La escoba del sistema, de David Foster Wallace
Si seguimos lo que dice el segundo Wittgenstein al respecto del lenguaje nos encontraremos con que tenemos entretejida la perfecta trama para una novela: el significado de las palabras está en su uso. Es por eso que si preguntamos cual es la parte esencial de una escoba primero deberíamos preguntarnos cual es el uso que quisiéramos darle, pues es muy poco efectivo romper ventanas con las cerdas o limpiar el suelo con el mango, pero no así al revés —como de hecho bien sabía Lenore Beadsman. Ahora bien, esta condición del lenguaje se vuelve confusa, pero quizás incluso más rica, cuando esta pretensión se dirige hacia una persona: ¿Qué es Wittgenstein? Para el común de los mortales, un filósofo analítico; para los popperianos, un perturbado que gusta de amenazar con atizadores; para Lenore Beadsman, la personficación del mesías de la filosofía. Pero del mismo modo que aquí paramos de responder la pregunta, en realidad eso no llena de significado el término Wittgenstein en tanto no conoceremos cual es su fundamentación de verdad hasta que no hayamos agotado, por agotados conocidos, todos los usos lingüísticos del término; no hay entonces una verdad ontológica esencial, sino que ésta se da en el escurrir constante entre los dedos del tiempo de la existencia.
Siguiendo con el problema de los nombres propios, nos encontramos con el callejón sin salida de que en un cierto momento dado es imposible conocer un yo que se defina como tal: si toda palabra remite a una verdad que se da en su uso, el yo es dependiente de lo que los demás pretendan interpretar de nuestras acciones. Esto es sólo un problema si establecemos que no hay un nivel ontológico, que no hay una existencia que permite un entendimiento a partir del cual se establece una reflexión interpretativa sobre mi propia existencia, no sobre el yo; es un problema artificial por eliminado, por obviar la superación del cartesianismo, pero real en el ámbito de cierta lógica — hagamos como si fuéramos unos lógicos (muy) poco puestos al día.