Los japoneses y el erotismo en sus formas más extremas son todo uno, quizás también por sus intercambios culturales frecuentes con los franceses, los benditos pervertidos de Europa. ¿Qué podemos esperar entonces de un grupo que afirma hacer ero-guro kei y, además, se hacen llamar cali≠gari? Nada menos que una fiesta de color, vísceras y celebración de la diferencia absurda de una sexualidad ambigua, desastrada y colindante con el más puro absurdo. Una celebración carnavalesca adaptada al terror, asumiendo unas formas sanguinolientas sin perder el fervor sexual de éste por el camino, es lo que nos proponen de una forma que va aleteando entre el post-punk y el rock alternativo para conformar un todo extraño, divertido, epatante. Como una fiesta dionisiaca en la cual todo el mundo está invitado y la única condición para permanecer en ella es no hacer nada para estar invitado, pero hacer todo por ser echado de forma constante de la fiesta. Ofrecerse y recrearse, con nuestros más profundos temores encarnados en nuestra presencia a través de máscaras que hacemos nuestros rostros.
¿Cómo no sentirlo como un baile de máscaras, como un lugar donde uno oculta su rostro para hacer, como ocurría en los carnavales venecianos, aquello que no se hace (ni se podía pensar siquiera en hacer) cuando no lo era? La auténtica labor del carnaval se encuentra en la decadencia que se da a través de la invisibilidad, mostrarse desnudo por el rostro desencajado por el horror personificado en una máscara burlona de aquello que ocultamos en nuestro interior. Lo que somos o lo que querríamos ser, lo que podríamos ser o lo que fuimos: tanto da. La fiesta auténtica no se da con la cara al viento —o como en el caso de cali≠gari, sin el maquillaje puesto— como si fuera posible arrancarse la piel para mostrar aquello que nos es más profundo sin morir por el pudor en el proceso. Como si hacerlo no fuera la única invitación posible para abandonar la fiesta. Por eso es importante saber elegir bien la máscara, ya que ésta define nuestro juego. Incluso cuando éste juego se define exclusivamente por el horror escondido en el infinito espacio interior de los ríos oscuros del corazón.