Kami-Robo, de Tomohiro Yasui
Su estilizada figura nos muestra los contornos propios de un luchador que ha sido pulido en cada uno de sus detalles para poder dar el más glorioso de los espectáculos. Sus vivos colores, elegidos hasta el más mínimo detalle con un mimo excepcional, atraen la mirada hacia su espectacular físico; esos colores reafirman y consolidan las formas perfectas de quien nació para la lucha. Sus excepcionales aptitudes de high flying, seguramente por sus humildes orígenes de saltimbanqui mexicano, han propiciado una popularidad desmesurada entre el público y una necesidad imperante de reclutarlo entre los managers más exigentes. Su máscara, su auténtica cara, media su relación con el mundo: él no sería The Ole, el más popular luchador de wrestling de Kami-Robo, sin su máscara, sin su identidad definitoria real.
A este respecto algunos dirían que es muy aventurado definir la identidad de alguien real cuando cumple tres requisitos que, en nuestra sociedad, se consideran tres condiciones simulacrales: ser luchador de wrestling, ser robot y estar hecho de papel. Por supuesto Tomohiro Yasui no estaría de acuerdo como padre de la criatura y creador omnisciente del maravilloso mundo de Kami-Robo.