Yûkoku
Yukio Mishima
1966
La patria del hombre está allí donde su corazón reside. Creer que amar no es un acto político, cuando se han perseguido y ensalzado personas por ello, o que la política no conoce de amor alguno, cuando sus mayores sacrificios han sido clamorosos actos románticos, es no haber entendido la intrincada relación existente entre ambos aspectos de la vida; si la política es la ordenación de la vida junto al otro, entonces el motivo más próximo ha de ser, por necesidad, el amor.