Guia de la kultura, de Ezra Pound
Un viejo proverbio inglés dice que todas las grandes mentes piensan parecido, lo cual, lejos de ser una boutade típicamente inglesa, es una realidad patente: en tanto todos estamos sumergidos en un horizonte de sentido común, en un zeitgeist particular, es lógico que las grandes mentes coincidan en los puntos más importantes de tal horizonte en sus análisis. Esto no significa que todos los grandes pensadores piensen igual, siquiera que tenga que haber una cercanía formal o personal en su forma de abordar el mundo, sino simplemente que hay ciertos aspectos o vicisitudes que son abordadas de forma sistemática entre todos aquellos pensadores y artistas de una época determinada sin haber, a priori, una conexión explícita entre ellos. Partiendo de este paradigma particular del pensamiento la Guia de la kultura de Ezra Pound cobra un doble valor para nosotros en tanto arrojados al mundo, en busca de los hombros de gigante a los cuales auparnos: como paradigma de la cultura en un sentido amplio, como el paradigma de sentido a través del cual puede comprenderse al ser humano; y como incisivo análisis de las problemáticas del presente.
En el primer sentido desarrolla un doble viaje que va desde el I‑Ching hasta su presente y de éste hasta Aristóteles, sólo con la intención de demostrarnos como de hecho la filosofía se había convertido desde hacía ya dos siglos en una pretensión cientificista que no trata la realidad —lo cual ya fue explicitado antes por Søren Kierkegaard— y como el posible avance desde el punto muerto donde se quedó se encontraba en el pensamiento clásico oriental —en lo cual coincidiría con Martin Heidegger—. A su vez desarrollará como sólo se puede pensar la cultura a través del lenguaje que se desarrolla —Ludwig Wittgenstein: los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo—, por lo cual el estudio de las Analectas se convierta en imprescindible en tanto a través de los signos chinos se desarrolla un sentido más concreto y puro de lo decible —acercándole a Roland Barthes, ya que pensaba la cultura a través de los signos del lenguaje — , pero también como se piensa la cultura a través de los cuerpos y la gastronomía que en cada lugar se desarrolla —François Rabelais, o también Maurice Merleau-Ponty porque el mundo está hecho con la materia misma del cuerpo—. Todo cuanto desarrolla Ezra Pound es un mapa intuitivo de la cultura, uno que remite al pasado y al futuro desarrollando posibilidades latentes y objetos transparentes en un perpetuo vagar que, necesariamente, sólo se puede ver completo en la distancia; su logro en el primero de los valores, en el de cartógrafo del paradigma de su tiempo, es por su capacidad para ir perfilando intuitivamente todas las problemáticas particulares del pensamiento.