Headshot, de Pen-ek Ratanaruang
Una catástrofe es aquello que aparece de una forma caótica, completamente inesperada e impredecible, produciéndose como un cambio de las condiciones fácticas de lo real en las que estamos inmersos en el mismo instante de su suceso. Bajo este paradigma lingüístico deberíamos considerar que una catástrofe no es sólo un tornado o un terremoto —que, a su vez, serían dos de las formas más esenciales que asumirían la catástrofe en la relación con el mundo— sino también todo aquello que acontece como una ruptura del paradigma lógico al cual estamos circunscritos. Es por eso que una catástrofe se nos definiría siempre como aquel acontecimiento que sabemos que podría pasar pero sólo a partir de que ha pasado; no hay nada en el mundo que nos diga que es posible que, en cualquier momento, ocurra una catástrofe (por ejemplo, un tornado), pero cuando ocurre lo tomamos como un hecho completamente lógico y plausible en el mundo: la catástrofe es aquello que emana de lo imposible como real.
En el caso de la película de Pen-ek Ratanaruang, la aterrorizada con su propia producción de la catástrofe Headshot, esta condición catástrofica se filtra hacia todos los niveles de su propia existencia última: es la historia de una catástrofe narrada desde un punto de vista distorsionado por la catástrofe. La catástrofe en lo histórico, en lo argumental, se define a través de la caída hasta los abismos más profundos de la condición humana que sufrirá Tul al pasar de eficiente policía apunto de desmontar una de las más grandes redes de narcotráfico de Tailandia hasta acabar siendo un sicario reconvertido posteriormente en monje —un acontecimiento extraño para ojos occidentales pero, sin embargo, extremadamente común en la mentalidad asiática: el budismo limpia el alma y las acciones anteriores del pecador nada más que con su pretensión de hacerlo, con acudir a un templo y ordenarse monje según llega, a la par que el respeto que se siente hacia la religión impide la mayoría de vendettas hacia la persona de los conversos. La catástrofe narrada desde la visión del acto, en lo formal, se define a través del ejemplar ejercicio de cámara que hace a lo largo de toda la película Ratanaruang violando sistemáticamente todas las formas canónicas del cine: la imagen exhibida del revés, los actos fuera de plano, el uso violentado de la primera persona, la adopción de un estilo calmado en una narración trepidante. Desde que Tul recibe un disparo en la cabeza y, a partir de entonces, ve todo al revés, lo argumental y lo formal se enredan entre sí para darnos una historia donde la catástrofe es la síntesis perfecta de dos acontecimientos catastróficos ajenos entre sí a priori.