Tradición, brutalidad y psicodelia no son tres términos que casen de modo alguno en el imaginario popular, pero si se lo damos a Shizuka solo nos queda poner bien altos los altavoces y deleitarnos en su maravilloso Tokyo Underground 95.
En este disco nos encontramos apenas cuatro canciones de unos Shizuka desatados en un directo especialmente dedicado a sus fans en el momento de la disolución del grupo por, como ellos mismos afirmarían, su particular lucha de egos. Con sus omnipresentes guitarras psicodelicas esta vez afiladas al mínimo dejan que el principal peso recaiga sobre la etérea voz de Shizuka la cual crea una atmósfera perfectamente intimista. Un bajo y una batería en continua liza en la creación del mas ruidista todavía solo paran para dejar paso a, ahora si, la guitarra de Miura Maki la cual destaca muy fugazmente para dar pequeñas piezas que nos lleven, con la máxima simpleza posible siempre, al nirvana de la psicodelia.
Y después de cuatro largas y arduas, pero brevisimas en conjunto, composiciones donde han desnudado su alma llega un final donde solo queda el vacío. Vacío al encontrar y perder algo que resulta especial, pero en Shizuka no se encuentra nada mas allá de una melancolía que impregna todas sus composiciones y cierto sentimiento etéreo; de estar fuera de si.
Shizuka están mas allá de la genialidad y la mediocridad, tan atemporales como infinitos son la flor que nace al final para morir en la nada. En la medianoche de la historia solo una flor fugaz sera capaz de crear un olor que recordemos siempre.