New Noise, de Refused / Church of Noise, de The Bloody Beetroots
Cuando uno ve cualquiera de las grabaciones donde aparece Dennis Lyxzén tiene la sensación de estar ante una persona especialmente peculiar. Los estallidos de violencia brutal periódica en su música ‑los cuales, además, arropa con una actitud más que adecuada- entrechocan con su paradójico comportamiento más bien sereno, quizás ligeramente tímido, del cual hace gala la mayor parte del tiempo. Por ello no es extraño que cree y abandone grupos con la convulsión propia de alguien que parece incapaz de atar durante demasiado tiempo un interior en constante contradicción. Eso no excluye que tenga unas obsesiones comunes (todas pasadas por el tamiz ideológico de su anarquismo radical) que acaban desplegándose intermitente pero constantemente en su obra.
La declamación primera, y síntesis absoluta del pensamiento libertario de Lyxzén, se encontraría en el último single de Refused: el clásico contemporáneo New Noise. Un ritmo contundente, colérico y caótico que, sin embargo, guarda un orden tan perfecto, tan alejado de cualquier noción de género, que ha servido como inspiración para una cantidad creciente de grupos. Todo esto se ve reforzado con Lyxzén desatado que se deja de remilgos para convertirse en la perfecta combinación de calma chica y caos sonoro; si la mayor parte del tiempo la pasa cantando calmado, casi con una total diferencia, no duda en dispararse gritando sin parar al micrófono para escupir su mensaje sobre el público. Todo para acabar dando las gracias al final de la canción. Y esa es la genialidad de Refused: siempre se situaron quince pasos más allá de lo que se supone que son; no son un marco bonito, son un contenido brutal.