Nadie regresa tras su paso por la tierra de los muertos, porque después de ese último paseo la vida carece por siempre del vivo color de la esperanza. No queda nada, siquiera la posibilidad de la nada. Todo temor es en último término el miedo a la muerte, a desaparecer del mundo —porque el mundo lo es todo, nada existe más allá de él ni siquiera si existiera; si existe un afuera del mundo, es un afuera de la existencia — , incluso en aquellos casos que parecen ajenos a sus dominios: el miedo a la soledad es el miedo a la muerte social, a no tener con quién compartir la vida; el miedo a la enfermedad es el miedo a la muerte de la salud, a no tener posibilidad alguna de vivir; y el miedo al futuro es el miedo a la muerte del presente, a no comprender la vida en sí misma. Cuando se visita la tierra de los muertos es imposible volver sin una profunda herida en el corazón que nos recuerde, al menos en secreto, que estamos marcados para volver con ellos algún día.
El inspector Minami sólo conoce del martillar de su pensamiento. とくとく. La culpa le atraviesa de forma constante; intenta huir del pasado, pero este le persigue de forma constante. とくとく. Siempre toma malas decisiones, siempre está donde no debe: con su amante cuando debería estar con su familia, con su familia cuando debería estar en su trabajo, en su trabajo cuando debería estar con su amante. とくとく. Quiere olvidar, pero no puede; quiere dormir, pero no puede. とくとく. Tiene que resolver el caso de un asesino en serie de muchachas jóvenes, pero sus compañeros hacen más avances de los que él consigue. とくとく. Asuntos internos le persigue, la mafia le persigue, la vida le persigue. とくとく. Sabe que ya está muerto, lo que no sabe es cuando se materializará la muerte とくとく. Sólo desea no tener que cargar con su vida. とくとく.