Etiqueta: Sonic Fan Remix

  • corriendo entre espasmos de color

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    Todo tiem­po an­te­rior fue me­jor y eso nun­ca es equi­vo­ca­do si ha­bla­mos de SEGA y más es­pe­cí­fi­ca­men­te del Sonic Team, que lle­van más de una dé­ca­da de so­na­dos fra­ca­sos. Cuando na­da fun­cio­na, so­lo pue­des con­fiar en que, quie­nes aman de ver­dad el tra­ba­jo, pue­dan lle­var ade­lan­te lo que la bús­que­da del be­ne­fi­cio no pu­do. Y aquí es­tá la de­mo de Sonic Fan Remix.

    Después del so­na­do chas­co que ha su­pues­to el in­sí­pi­do Sonic 4 na­da pa­re­ce ir­le bien a nues­tro pre­fe­ri­do eri­zo azul. La ju­ga­bi­li­dad se re­sien­te con me­cá­ni­cas mal im­ple­men­ta­das, el HD no le sien­ta na­da bien y los es­ce­na­rios pa­re­cen com­ple­ta y ab­so­lu­ta­men­te va­cíos. O al me­nos así es con el Sonic Team. ¿Y qué tie­ne de di­fe­ren­te el Sonic Fan Remix? Todo. Su ju­ga­bi­li­dad es clá­si­ca, la mis­ma que po­de­mos re­cor­dar de los pri­me­ros Sonic, sin adul­te­rar ni cam­biar en el más mí­ni­mo ápi­ce. Toda po­si­ble in­clu­sión de nue­vos ele­men­tos en el jue­go, que los hay, es úni­ca y ex­clu­si­va­men­te pa­ra po­ten­ciar el ele­men­to ju­ga­ble de ve­lo­ci­dad, pa­ra aña­dir­le, ja­más pa­ra res­tar­le. Además, en lo vi­sual, es una ab­so­lu­ta de­li­cia. El mo­de­la­do, al igual que las ani­ma­cio­nes, es­tán rea­li­za­das des­de ce­ro co­sa que le sien­ta fe­no­me­nal. Todo es­to sin con­tar con que los efec­tos y co­lo­res que se pre­sen­tan en la pan­ta­lla ha­cen de es­te el Sonic más vi­bran­te y bo­ni­to has­ta el mo­men­to. Quizás pe­que de un ho­rror va­cui exa­ge­ra­do con unos es­ce­na­rios lle­nos has­ta la agre­sión vi­sual de ele­men­tos pe­ro es un fa­llo me­nor en­tre gran­des acier­tos. Lo que no ha po­di­do ha­cer el di­ne­ro mal in­ver­ti­do de SEGA lo han po­di­do ha­cer unos fans apa­sio­na­dos dis­pues­tos a ver al eri­zo de sus amo­res vol­ver a co­rrer co­mo un ener­gú­meno por en­tre pai­sa­jes de en­sue­ño de un co­lo­ri­do explosivo.

    Ni si­quie­ra en el ca­pi­ta­lis­mo el di­ne­ro es ca­paz de so­lu­cio­nar to­dos los ma­les. La vo­lun­tad, el amor, una vez más, es el úni­co ele­men­to ca­paz de atra­ve­sar to­das las fron­te­ras y ha­cer de vie­jas glo­rias unos nue­vos ga­la­nes que da gus­to cor­te­jar. El amor de un fan pue­de mu­cho más que el amor por el di­ne­ro de una compañía.