Las ciudades tienen flujos por los cuales se condicionan las vidas en sus calles. Ciertos lugares causan unas sensaciones y nos llevan por unos caminos específicos no marcados, al menos no conscientemente, por el urbanismo o la arquitectura. Esto es lo primero que presenciamos en el delicioso manga Tekkon Kinkreet de Taiyō Matsumoto.
Kuro y Shiro son dos jovenes huerfanos de 10 años los cuales son los amos y señores de la ficticia Treasure Town. Kuro es impulsivo y violento, una torbellino de furia y crueldad que representa la decadencia y la oscuridad de un barrio perdido. Shiro es atolondrado y soñador, un alma cándida y amorosa que da sentido a la existencia, ya que ve todas las cosas buenas y como podrían hacer mejor el mundo. Su dualidad conforman el espíritu del barrio, ya que el uno necesito del otro para equilibrarse y formar el conjunto que son. El barrio es lo que es, lo que fue y lo que sera, un continuo flujo de energías conectadas entre si como Kuro y Shiro. ¿Y si alguien intenta cambiar esto?¿y si mediante la gentrificación intentan destruir el espíritu del barrio?