Kunst Ist Krieg, de Nachtmahr
Cuando un disco tiene un nombre tan radical como Kunst Ist Krieg (El arte es guerra) se le presupone una cierta reivindicación violenta dentro de los cánones del propio arte; si el arte es guerra la música que tenga una pretensión artística ‑y toda música lo tiene, si es que así desea serlo- ha de ser un acto combativo, más o menos, radical. Por supuesto bajo esta pretensión debe haber un interés genuino en un acto revolucionario y no una mera impostura a través de la cual ganar adeptos por su valentía. Nachtmahr como entidad deja clara su circunscripción al acto revolucionario en Deus Ex Machina cuando afirma en el extremadamente bailable estribillo que Deus ex machina / esta máquina quiere tu sangre lo cual nos lleva a la siguiente pregunta, ¿qué máquina es esta? En la canción no explicita en ningún momento cual es la identidad de este dios maquínico pero, pese a todo, no sería dificil rastrear la referencia de esos versos en particular del estribillo hasta una conocida frase de Marx: el capital viene al mundo chorreando lodo y sangre. El acto de rebeldía no se hace ante una impersonación subjetiva del artista sino que se hace hacía el sistema en el que anida en general, pero hacia la industria como deshumanizadora en particular. Al afirmar que en el vientre de la máquina / bendición mortal / incluso cuando lloro nos deja clara su posición radical: no podemos escapar de la maquinaria que se alimenta de nuestra sangre porque, de hecho, se nos inculca que somos afortunados de estar en ella.
En el caso de los artistas, con especial hincapié en los músicos, este discurso es de sobra conocido por el carácter soberano que imprime. El outsider, el que se escapa de los mecanismos reproductivos de la industria musical, está condenado a que su mensaje sea anulado y sólo aquel que se atañe a las reglas del juego puede hacer (re)sonar su mensaje en todos los rincones del mundo, aun cuando este llegue diluido por su carácter corporativizado. ¿No es entonces de un cinismo absurdo hacer música, siempre entendido como arte, dentro de los límites de la industria? Sí, pero sólo cuando se pierda esa pretensión de libertad radical. La música que genera la industria musical carece de mensaje artístico, de creación de nuevas formas de realidad, debido a que esta se produce como producto fetichizado que sólo produce una perpetua insatisfacción en sus consumidores. Es por ello que un sello radicalmente alternativo como Crisol es parte del capitalismo, pero no es parte de los métodos de reproducción mecánica de la insatisfacción general de la sociedad; articulan discursos estéticos, no sólo productos en venta.