Hasta tal punto no acaba nunca Halloween que cuando ya se creía acabado aparece una pieza más, una pequeña joya escondida, que hasta entonces no había aparecido. No quiero alargarme más, así que aquí les dejo con la visión de The Lords of Salem de Nacho Vigalondo para que descubran por qué deberían estar construyendo ya un altar a Satán, si es que no a Rob Zombie.
Salí del pase de The Lords of Salem en el festival de Sitges con la sensación de que la película había estado rebotado contra un recuerdo específico en mi cabeza durante toda la proyección. Al poco tiempo descubrí a qué otra película se parecía tanto, hasta el punto de poder considerarse un remake encriptado. No sería la primera vez que Rob Zombie construye una película sobre el eco de otra, y me refiero a The Devil’s Rejects, una reconstrucción perfectamente camuflada de la trama de The Empire Strikes Back.
La película a la que The Lords of Salem da patadas por debajo del mantel es Twin Peaks: Fire, Walk with me, la película más extraña de David Lynch (que se dice rápido), una película despechada casi unánimemente en su momento, pero a la que el tiempo le está haciendo brillar, otorgándole el raro estatus de obra de culto total, que es aquella que hasta se atreve a tensar la relación con el fandom inicialmente más convencido. Y de la misma manera que Fire, Walk with me resultó un desafío para el twinpeaker más convencido, The Lords of Salem también está resultado esquiva para el fan fatal de Rob Zombie.