La existencia de la mayoría de las personas es una carrera de ratas hacia la muerte, la cual se vuelve problemática en las carnes de un ex-supercriminal. Esto nos encontramos en Incognito de Ed Brubaker.
En un mundo donde existieron los heroes pulp, Zack Overkill se ve en protección de testigos cuando le salvan del intento de asesinato, en el cual murió su hermano Xander, por parte de su ex-jefe, Black Death. Vive como una persona normal, sin superpoderes, con un trabajo de mierda de oficinista siendo un cero a la izquierda donde todos le ignoran, se siente muerto en vida hasta que las drogas que consume para evadirse por alguna extraña razón le hacen recuperar sus poderes y empieza la fiesta. Lo monótono y absurdo de la existencia se ve aliviado por el hecho de romper cráneos de delincuentes, no por hacer el bien, sino por el placer de pegar a quien se lo merece, sea del bando que sea. Y todo esto sigue así hasta que descubren que sigue vivo y todos quieren su cabeza.
Zack Overkill no es un héroe ni un villano, ni mucho menos es un antihéroe, es un hombre normal que por circunstancias de la vida consiguió poderes y consiguió escapar de la carrera de ratas, de la existencia monótona y absurda de un oficinista gris e infeliz. En la carrera de ratas solo gana el que consigue escapar de la carrera.