Es peligroso confiar exclusivamente en nuestras expectativas. Aunque deshacerse de la primera impresión siempre es un trabajo difícil, en especial si ésta ha sido negativa, no podemos confiar toda nuestra suerte en el primer pensamiento que nos suscita un individuo dado. Incluso si ese individuo es un anime. En el caso de la temporada de verano, esto se ha hecho particularmente patente. De las tres series en que habíamos puesto nuestras expectativas ninguna de ellas consiguió superar cierta irregularidad heredada de su guión, incluso cuando experimentan con un gusto exquisito en términos de animación o escritura haciendo hincapié en el caso de Ranpo Kitan: Game of Laplace, la joya de la temporada — , y aquella en la cual no teníamos particulares expectativas ha acabado siendo la apuesta más sólida de la temporada. En esta santa casa hemos acabado siendo fanáticos de Prison School, pero no por encima de su muy superior manga. Aun con todo, las dos series que más han destacado han quedado fuera de la lista: Ore Monogatari!, que al tener temporada de veinticuatro episodios aparece en la lista de primavera, y Durarara!!x2 Shou, que es una secuela.
Eso no significa que la temporada haya sido mala, mas al contrario: de las tres que llevamos, ha sido la más sólida con bastante diferencia. Aunque es cierto que en términos de escritura les ha faltado a todas un punto para alcanzar la genialidad, o que de hecho no ha habido ninguna que haya terminado de asentarse como un must see, su calidad ha superado ampliamente la media ya no del anime, sino de la televisión en general. Lo cual no es poco. Por su parte, la temporada de otoño se presenta movida con hasta siete animes que debemos seguirles la pista. En tanto la recién estrenada temporada de otoño de anime se presenta bastante interesante, hasta el punto tener que dejar fuera tres series que podríamos arrepentirnos en el futuro de no haber añadido, no seguimos dándole vueltas. Allá vamos.
Dance with Devils (por Brain’s Base, de Ai Yoshimura)
En Shikou, una ciudad con un particular gusto arquitectónico por los detalles propios del gótico europeo, hay una joven estudiante de instituto llamado Ritsuka Tachibana. Ella vive sus días en paz con su madre, María, hasta que un día el consejo estudiantil la llamada a su presencia sin motivo aparente. No habría motivo de sospecha de no ser porque ella es una estudiante modelo que no ha hecho nada para merecer eso ni si los cuatro miembros del consejo estudiantil no fueran cuatro especímenes perfectos de los arquetipos posibles de bishōnen. O si además de guapos no fueran demonios. De ahí surgirá una historia de asedio amoroso en el cual cada uno de ellos intentará sacar algo de ella.
Dance with Devils podría resumirse en una extraña ecuación: CastlevaniaxCrepúsculo+shōjo. Si además le sumamos que es un musical, entonces el resultado es un delirio fabuloso. Con el harem como base y con un subtexto judeocristiano sosteniéndola, la serie promete engancharnos con una complejidad algo mayor que la media en esta clase de series y, muy especialmente, con números musicales bastante solventes. Si sumamos que su directora, Ai Yoshimura, ha demostrado sobrada capacidad en el género con Ao Haru Ride y que el estudio, Brain’s Base, trabajan mejor cuando utilizan material que se sale de lo común —Baccano!, Durarara!!, Mawaru Penguindrum—, la serie puede erigirse como uno de los tapados de la temporada, cuando no un excelente entretenimiento de nicho. En el caso de muchachas adolescentes, fanáticos de Crepúsculo o amantes de Stephen Sondheim y Disney por igual, su nueva obsesión proviene de Japón.
Mobile Suit Gundam — Iron-Blooded Orphans (por Sunrise, de Tatsuyai Nagai)
Trescientos años después del fin de la guerra, Marte sufre de una convulsa política interna al buscar activamente independizarse de la Tierra. En ese contexto, la compañía de seguridad privada Chryse Guard Security (CGS) asumen la responsabilidad de hacer de guardaespaldas de Kudelia Aina Bernstein, una joven que sirve como figura inspiradora para los secesionistas, en su viaje a la Tierra. El problema llegará cuando un grupo de élite, Gjallarhorn, ataque la base de los CGS para matar a Kudelia e intentar así frenar en seco las ideas separatistas marcianas, obligándoles a usar su última baza: él sólo en teoría obsoleto Gundam Barbatos.
Buena narrativa, buena animación, puro Gundam. Aunque circunscrita dentro del universo que parió Yoshiyuki Tomino en 1979, no hace falta haber visto ninguna serie anterior de la franquicia para entenderla en tanto todo transcurre en un universo paralelo. Además de espectaculares combates de mecha encontramos aquí mucha política, además de un crudo retrato de lo que parece que será el tema de fondo principal de la serie: los niños soldado. Todo ello conforma un cóctel explosivo perfectamente ejecutado donde su guionista, Mari Okada, tiene mucho que decir: detrás de guiones y composición de serie de M3: Sono Kuroki Hagane y Lupin the Third: Mine Fujiko to Iu Onna, cabe esperar que el tratamiento de esos temas tan delicados no se queden en una mera patina superficial. Nuestra apuesta más fuerte de la temporada junto con el siguiente anime.
One-Punch Man (por Madhouse, de Shingo Natsume)
Saitama ha deseado ser un héroe desde pequeño. No porque tuviera un desaforado sentido de la justicia, sino porque quería marcar la diferencia con sus actos y poder disfrutar de intensos combates contra poderosos villanos capaces de poner fin a la humanidad. Quería ser la última barrera contra la aniquilación. Ahora, a sus veinticinco años, no sólo ha logrado ser un superhéroe, sino que también ha descubierto la frustración asociada a ello. no sólo es tan poderoso que es capaz de derrotar a cualquier enemigo de un sólo golpe, sino que hay mucha política detrás del mundo de los héroes. Y si bien un gran poder conlleva una gran responsabilidad, lo que nunca pudo haber sospechado es que también conllevaría calvicie.
Cuando parecía que escribir historias de Superman es difícil, resultar que es todavía más difícil cuando el protagonista ni siquiera tiene ninguna debilidad conocida salvo no soportar los tediosos discursos de sus rivales. O rara vez tener suficiente cambio encima para sus compras. Dado que el manga de ONE protagonizado por Caped Baldy —nombre que le dan a Saitama en la asociación de héroes, no sin sorna— ya es, per sé, uno de los mejores cómics que se están publicando actualmente en cualquier parte del mundo, el anime no podía ser menos interesante. Con Shingo Natsume en la dirección, quien se encargaría en el pasado de la exquisita Hori-san to Miyamura-kun y de Space☆Dandy junto con el maestro Shinichiro Watanabe, muy mal tendrían que adaptarse los guiones originales para que el resultado final sea algo menos excelente. Con una animación espectacular, una dirección brillante y un sentido del humor que siempre oculta un punto dramático, cuando no agrio, One-Punch Man es el más serio candidato a anime de la temporada. Y ya veremos si no del año.
Subete ga F ni Naru (por A‑1 Pictures, de Mamoru Kanbe)
Sōhei Saikawa es profesor asociado de la universidad de Nagono, tan conocido por su genialidad como por su nihilismo, cuya asistente, Moe Nishinosono, además de tener más dinero y poder del que él podría soñar es la hija de su mentor. Ellos pasan sus días investigando sobre computación o intentando llevar su relación hacia otro plano diferente, en el caso de Nishinosono, a la par que viven fascinados por la figura de Shiki Magata, considerada una excéntrica —ya que los rumores afirman que mató a sus padres, cosa que ella no desmiente— superdotada para la programación. Debido a ello deciden hacer un viaje escolar hasta la isla donde ella está confinada en su laboratorio, aunque una vez allí las cosas no serán tan fáciles.
Adaptación de una novela de Hiroshi Mori con diseño de personajes de la mano de Inio Asano, Subete ga F ni Naru (también conocida como The Perfect Insider) nos presenta un clásico caso de serial killer filosóficamente cargado. Con personajes bien construidos, escapando de clichés bastante más de lo que parece y un ritmo pausado, novelesco, puntuando la acción a través de diálogos, el trabajo de dirección de Mamoru Kanbe, conocido por Elfen Lied, está más cerca de las series de imagen real americanas que de cualquier otro anime actual. Propuesta extraña que combina todas sus rarezas con elementos familiares que, si bien de momento aún le queda casi todo por demostrar, tiene suficiente potencial como para mantener nuestra atención. En cualquier caso, sería difícil que no acabara siendo, en el peor de los casos, un buen thriller con un puñado de ideas interesantes.
Young Black Jack (por Tezuka Productions, de Mitsuko Sake)
En 1968, durante la guerra de Vietnam, Japón se enfrentaba con dos problemas: la guerra y las fortísimas protestas estudiantiles. En ese contexto aparecerá un misterioso joven con un mechón de pelo completamente blanco y una cicatriz que se le atraviesa toda la cara, separando dos pedazos de piel de diferente pigmentación, como residente en la escuela médica. Con habilidades para la cirugía que van más allá de lo visto hasta el momento, además de un misterioso pasado que ocultar, se ofrecerá para hacer operaciones consideradas imposibles a cambio de grandes sumas de dinero para solventar una deuda millonario que, por lo demás, no sabemos cómo ha contraído.
Adaptación del manga que hace de precuela de Black Jack, la obra original de Osamu Tezuka. Aunque sigue los patrones clásicos de Tezuka actualizándolos en la medida de lo posible, con todo lo que ello conlleva —Black Jack es, en muchos sentidos, un Dr. House con menos rabia acumulada, similitud que los japoneses ya han explotado—, tiene algunos defectos menores, como el exagerado tono shōjo del diseño de personajes, que puede empañar un primer visionado. En cualquier caso, Mitsuko Kase es una directora solvente y la obra que adapta no desmerece a la original, por lo cual, aunque si bien es difícil que alcance los niveles del clásico animado de Tezuka, sí podemos esperar un entretenimiento sólido y con un trasfondo político interesante. A fin de cuentas, eso es el arte: no sólo aquello con capacidad de mantenernos distraído durante un tiempo, sino también hacernos capaces de pensar en aquellos aspectos de nuestra vida y del mundo que normalmente nos pasarían desapercibidos.