Renunciad a la madurez, devenid niños
Boy, de Takeshi Kitano
Uno de los discursos antropológicos más queridos por la sociedad en la contemporaneidad es como la entrada en la edad adulta se dilata cada vez más en el tiempo entre las nuevas generaciones; nadie se hace adulto, todos se quedan en un perpetuo estado de infantilización más proclive en las nuevas formas sociales de la contemporaneidad. Esta crítica se hace siempre desde la focalización de Lo Adulto, como si existiera una noción absoluta, en contraposición a todas las nociones diversas que suponen una actitud infantil con respecto del mundo. Lo irónico de esto sería precisamente como sólo existe una manera de ser adulto, de alcanzar un estado de plenitud humana única, pero sin embargo se considera que hay una potencialidad cuasi infinita de modos a través de la cual ser niño: se puede tender hacia el juego, hacia lo mono, hacia no actuar de forma responsable, madura, racional, patriótica o respetuosa o, en general, se puede ser demasiado apasionado de alguna forma; el mundo infantil siempre se asocia con el mundo de ese exceso constante que escapa de una normatividad que debe ser impuesta. ¿Qué es ser adulto entonces? Es única y exclusivamente acometer la idea que los demás adultos tienen de ser adulto; sólo bale lo que Entidades Racionales han asumido como Racional.
Boy es precisamente una concatenación de tres relatos que exponen esta teoría en toda su crueldad, hasta sus últimas consecuencias, desde la mirada de aquellos que sufren más brutalmente el mundo adulto: los niños. Takeshi Kitano, con una prosa limpia pero cargada con una facilidad de elección del verbo preciso, a cada instante se mete de lleno en la mente de un grupo de niños, siempre de dos niños, que contrapuestos entre sí van descubriendo los límites de un mundo que es el suyo pero pretenden arrebatárselo; los adultos son como un herida supurante que rezuma pus infectando todo el tejido sano circundante de su alrededor, pretenden imponer su estado vital (desgraciado, por lo común) a cuantos se arroguen en su seno.