El lenguaje es la casa del ser (incluso cuando ésta está encantada)
Killer, de Salem
Las palabras significan y, aquello que significan, es a través de lo cual cimentamos nuestra relación con el mundo en tanto seres. Esto no significa que no haya una realidad tangible que exista y existiría de forma tangible en nuestra ausencia, lo cual no deja de ser algo que sólo es lógico desde nuestro paradigma si no caemos en ciertas falacias interesadas, sino que sólo podemos comprender el uso que hacemos del mundo a través de lo que significan las palabras; el acto del habla es lo que nos permite ejercer una relación simbólica del mundo, adscribiéndonos a una serie de valores compartidos con todos aquellos otros hablantes de mi propia idioma, propiciando así que mi paradigma cognitivo esté necesariamente codificado en mi lenguaje. Un ejemplo sería el hecho de que sí utilizamos cuchillo y tenedor para comer es porque nos han comunicado a través del lenguaje que es de mala educación comer con las manos, del mismo modo que somos conscientes de que usar la cubertería de plata está reservado para las ocasiones especiales y de normal utilizamos la de metales no-nobles: el lenguaje define nuestro paradigma simbólico, nuestro mundo.
En la música este problema se duplica porque no sólo dependemos de lo que dice un lenguaje normativo estricto, sino que también nos cabe interpretar lo que se nos transmite a través del lenguaje estrictamente musical; una canción es tanto lo que se canta a través de ella como la elección musical explicita que se hace de su forma. Esto, que lo tenemos asumido de un modo tan natural que no tenemos problemas en hacer clasificaciones existencias basadas en las formas que asume el lenguaje musical de cada grupo —o, dicho con un vocabulario no iniciado, somos capaces de circunscribir la música en géneros determinados según ciertas dejes particulares en su habla musical, del mismo modo que sabemos a que estrato social o a que región del país pertenece alguien que habla con determinados vocables o acentos — , nos lleva también a la problemática general de como ese lenguaje discurre de un modo no literal: cuando Salem componen Killer tenemos, como mínimo, tres actos lingüísticos a través del cual discernir el discurso estético-óntico que defienden en la canción: una acción literal (el título), una acción comunicativa metafórica (la música) y una acción comunicativa literal (la letra).