manifiesto por una revolución estético-política del presente
α
El ser humano en el estado de naturaleza está indefenso ante los embates de los demás; rige la ley del más fuerte. Mi fe no es bienvenida aquí. De éste modo se convierte en algo necesario constituirse en una sociedad que nos conceda la seguridad en su seno de la cual carecemos en la naturaleza. En este punto cedemos nuestro poder personal en favor del Estado para que nos defienda de los ataques exteriores y ordene la paz interior de la sociedad.
γ
El estado, en su condición misma de Leviatan, no deja de ser un monstruo que se nutre con el alma de sus ciudadanos; carece de todo poder pues su único poder es nuestra aceptación de su orden. ¿Qué hacer si el poder intentar jodernos? Activar nuestro poder auto-castrado en favor de la protección prometida pero no satisfecha del estado de derecho. Cualquier otra opción será la aceptación implícita de la violencia institucional.