La relación se da en el encuentro de dos puntos distantes. Encontrando «V», de Thomas Pynchon
¿Qué relación existe entre aquellas cosas que no tienen relación? Lo más sencillo sería aducir que de hecho no existe ninguna relación, pero si hilamos más fino nos daremos cuenta de algo esencial: las relaciones son siempre algo que se da soterrado al respecto de su propia existencia; no importa que yo haya una relación a priori entre dos cosas, en cualquier caso siempre se puede establecer una relación entre ellos que siempre estuvo ahí de facto. No existe una relación entre el 11‑S y el 11‑M pero, en tanto los periodistas asistieron ante la posibilidad de una relación, ambos eventos se encontraron unidos como equivalencias de un mismo acto para sus respectivas naciones, por dissimiles que en forma y fondo éstos fueran. Las relaciones no tratan sobre la realidad, sino sobre nuestra capacidad para hilarlas en una narración coherente.
V no es más que la plasmación práctica más coherente de éste principio básico de la historia. La letra «V» es de hecho, por sí misma, un ejemplo de como se conectan dos puntos distantes para formar un todo correlacionado: dos puntos dispares se coenctan en lineas descendientes que les unen en un punto que les era tan ajeno a ambos como ahora les es común; los conceptos se relacionan no por aquello que tienen de común, sino por aquello que se les puede aducir como común. Por eso la novela va alternando capítulos, la búsqueda de Herbert Stencil de una incógnita en forma de mujer llamada V y las peculiares historias que éste ha conseguido ir recopilando al respecto de la existencia de la misma, hasta eclosionar en un final donde adquiere un sentido al entrelazar ambas partes, hasta ahora, sólo conectados por algo hipotéticamente común en ambas. Pasado y presente, ficción incoherente y ficción plausible, V y Stencil: 「V」.