Chiho Aoshima, entre la naturaleza y la cultura
Cuando se habla de la cultura japonesa, más que de una civilización con la que llevamos conviviendo abiertamente ya cerca de dos siglos, parece que hablemos de alienígenas absolutamente incomprensibles con quienes nos encontramos por vez primera. Aunque es innegable que su pensamiento excede los límites del pensamiento occidental también hay que decir que están mutuamente fecundados el uno con respecto del otro; después de siglos de hibridación ‑sutil en la relación Japón-Europa, evidente en la relación Europa-Japón- una y otra cultura están impregnadas de ciertos matices comunes. Para demostrarlo lo mejor será usar la obra de la artista pop japonesa Chiho Aoshima que conjuga tanto la visión del Japón sintoísta con una visión absolutamente contemporánea, neo-hegeliana incluso, de la cultura.
Artista gráfica sin educación formal en artes es parte de Kaikai Kiki Collective, el grupo coordinado por el epitome del superflat, Takashi Murakami. Sus trabajos, circunscritos en esta misma corriente, aluden hacia un imaginario pasado ‑compuesto, esencialmente, por yokais y otras criaturas de la mitología japonesa- con una estética heredada del anime. En esta mezcla de la tradición y la contemporaneidad, de la naturaleza y la cultura, es donde se esconde el punto exacto donde Oriente y Occidente chocan con fuerza: ambos se edifican bajo unos prefectos esencialistas pero crecen a partir de una visión cultural del mundo.