Halloween no acaba nunca, y por ello aunque haya llegado a su fin nosotros seguimos alimentándolo. ¿Se preguntan que fue de la segunda parte del especial, aquella en la que hablaríamos de Rob Zombie todos en comunidad? Ya saben que pasó: ustedes no acudieron a la llamada y por ello se canceló; no había nada que mostrar, ¿para qué dar explicaciones? Pero hubo una persona, sólo una persona, que sí contestó y, por ello, se merece la explicación y el minuto de gloria que no puedo proporcionarle pero sí intentaré darle. Va por ti, Dulcemorgue.
Mis pasos devoran el polvoriento y sinuoso camino hacia la desvencijada casa de Otis y sus huestes. Otra visita más. Expectante por el macabro show cuyos detalles estarán ahora mismo ultimando. Ya siento mi respiración acelerada y no siquiera soy capaz de ver la casa. El olor —siempre comentábamos que el olor delataría los jueguecitos de esa jodida familia— el olor espeso lo posee todo en este paraje. El olor a muerte es evidente y se convierte en embriagador según nos vamos adentrando más y más en los terrenos de la familia. Ahí están, esperando en la puerta. Parece que soy de los últimos en llegar, veo caras conocidas de otros años. Estoy sediento y aquí aparece Baby ofreciéndome algún dudoso brebaje, a saber qué habrá estado haciendo con él, maldita ninfómana.