Si la ultraviolencia es la violencia despojada de todo carácter humano, de cualquier motivación, dejando sólo la pura fisicalidad de los cuerpos en oposición nos encontramos con un mundo perverso. El ultrasexo es una consecución de teoremas de fricción y termodinámica mientras la ultrabotánica nos habla del problema de la resistencia de la tierra ante la fuerza de las raíces. En el peor de los casos nos quedaría la ultralógica, entender todo como las relaciones lógicas detrás de la lógica; entender algo que no existe, que no está ahí. Lo ultra es algo muy jodido. Y eso es el nuevo libro de Miguel Noguera, Ultraviolencia.
Joder. Me imagino a Miguel Noguera como un tío muy raro, un tío que tiene la necesidad de hacer una higiene muy extraña; muy extrema. Al principio él sólo se tendría que duchar nada más levantarse, con mucha fuerza, muy fuerte, para dejarse bien limpio. Después iría prolongando el rito de purificación. Primero utilizó supositorios para el estreñimiento, para limpiar también sus intestinos de forma intensiva. Después inducirse el vomito, no puedes dejar el estomago así, de buena mañana, todo lleno de desperdicios. Después progresivamente echarse colirio, lavarse los dientes con lejía, yo que se, cosas muy jodidas. Finalmente se dedicó a limpiar su mente escribiendo ideas muy extrañas, muy perturbadas, para así poder estar del todo limpio, ¿sabéis? Después de acumular muchas supongo que no le quedó más remedio que hacer un libro con ellas y publicarlo, como un modo de terminar ese rito de higiene, un modo de sentirse absolutamente limpio. Es una cosa muy extraña, pero yo me lo imagino así.