Como corderitos que van a ser sacrificados se mueve gran parte de la sociedad, es gracioso como a su vez los perros pastores son, ahora, también corderos solo que crecidos en sus ínfulas. El hype y su pretensión espectacular arrasa con el criterio musical mientras, a su vez, sostiene el difundir la palabra entre las propias victimas de su juego.
¿Qué es el hype? Se pregunta usted, mi atolondrado amigo que no debió entender la mitad de este blog. El hype es, por definición, el meternos por la garganta cualquier modalidad de producto, cultural o no, hasta que nos lo tragamos. El hype es la h(y)perbolación de las características positivas de un producto para así venderlo de un modo más eficiente. Los productos que cabalgan la ola del hype son los más guapos, lo más modernos, los más originales y los mejores de todos los productos posibles. Y no solo lo son, que no tienen porque serlo, tienen que parecerlo. Tú, joven confundido, debes pensar que lo que estás consumiendo es algo único, asombroso y especial que la mano de Dios, alias *inserte aquí el nombre de su empresa fetiche*, tuvo a bien entregarte a ti, oh, mero mortal. ¿Y como llega hasta ti, un, oh, mero mortal, el mensaje divino? A través de los mensajeros del hype, la prensa especializada. Y hoy, vamos a hablar específicamente de la musical, caso extrapolable a (casi) todas las demás.