Etiqueta: China

  • tres millones de dragones de jade alzan el vuelo

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    Título: Mao Tse~Tung
    Páginas: 189
    Medidas: 15.5cm x 22.2cm
    Peso: ~70g
    Fuente: Times New Roman
    Estilo: ta­pa rús­ti­ca, pa­pel poroso
    # de pa­la­bras: ~5.000
    # de poe­mas: 37
    # de fo­tos: 10
    Edición: Ediciones Jucar
    Prologado por: Alberto Moravia

    Hagamos una bre­ve y ne­ce­sa­ria abs­trac­ción: Mao Tse~Tung no fue un dic­ta­dor, ni ja­más tu­vo que ver con nin­gu­na gran mar­cha por China; fue só­lo un poe­ta. Al rea­li­zar es­ta abs­trac­ción, al des­mi­ti­fi­car a Mao y de­jar só­lo an­te no­so­tros un hom­bre des­nu­do, po­de­mos leer a tra­vés de él, de su poe­sía, co­mo si su cuer­po fue­ra tras­pa­ren­te ha­cia su al­ma. De es­te mo­do re­cor­de­mos una va­lio­sa lec­ción que ya pa­re­ce ha­ce mu­cho ol­vi­da­da; que no os cie­gue la política.

    Pu: Quinping le

    Monte Liupan

    Octubre 1935


    El cie­lo al­to, nu­bes claras,
    nos de­te­ne­mos a con­tem­plar los ána­des salvajes
    que vue­lan ha­cia el sur.
    Si no al­can­za­mos la Gran Muralla
    no so­mos chi­nos de verdad,
    cuen­to con los de­dos el ca­mino ya recorrido:
    diez mil kilómetros.

    Sobre la al­ta ci­ma del mon­te Liupan
    las ban­de­ras ro­jas lentamente
    se des­plie­gan al vien­to del oeste.
    Hoy te­ne­mos en nues­tras ma­nos la lar­ga cuerda.
    ¿Cuando ama­rra­re­mos al Dragón Verde?

    El va­lor de la poe­sía es re­tra­tar el al­ma de una per­so­na, un pue­blo, un tiem­po o un mun­do. No exis­te re­tra­to que sea más cer­te­ro por su sub­je­ti­vi­dad que el del poe­ta hil­va­nan­do las pa­la­bras que con­for­ma­rán el per­fec­to ros­tro de una reali­dad en cier­nes, de una reali­dad que no se de­be ol­vi­dar. Recordemos a Mao, el que poe­ti­zó una ver­dad y ac­tuó con­tra ella. Seamos co­mo la poe­sía, un ac­to dra­co­niano de resistencia.

  • contra la violencia institucional

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    En el fer­vor de la vic­to­ria es co­mún ol­vi­dar las ba­ta­llas que se de­be­rían es­tar li­bran­do en ese mis­mo ins­tan­te que que­dan aho­ga­das en­tre los gri­tos de jú­bi­lo del pú­bli­co. Así mien­tras to­dos cla­man por la me­re­ci­da vic­to­ria de Vargas Llosa to­dos pa­re­cen ol­vi­dar o, al me­nos, de­jar en un se­gun­do plano el no­bel de la paz pa­ra Liu Xiaobo.

    ¿Qué ha he­cho es­te ca­ba­lle­ro pa­ra me­re­cer se­me­jan­te ho­nor? Estar en su se­gun­do año de pe­na car­ce­la­ria de on­ce que de­be­rá cum­plir por, se­gún el go­bierno chino, lan­zar men­sa­jes sub­ver­si­vos con­tra la au­to­ri­dad y el país. Esa es la ver­sión ofi­cial. La reali­dad es que es el prin­ci­pal im­pul­sor del ma­ni­fies­to Charter 08 por la de­fen­sa de los de­re­chos hu­ma­nos me­dian­te un ra­di­cal cam­bio en el seno del go­bierno chino. Algunas de las die­ci­nue­ve pe­ti­cio­nes que se ha­cen en es­te ma­ni­fies­to son la se­pa­ra­ción de po­de­res, li­ber­tad de aso­cia­ción, cul­to y ex­pre­sión ade­más de unas elec­cio­nes pú­bli­cas y uni­ver­sa­les. A co­mien­zos del s. XXI un hom­bre es en­car­ce­la­do por exi­gir los de­re­chos que to­do ciu­da­dano oc­ci­den­tal da por he­chos por el me­ro he­cho de ser­lo. En ver­dad, a na­die de­be­ría sor­pren­der­le, to­dos co­no­ce­mos las res­tric­cio­nes de in­for­ma­ción y cen­su­ra en China que, ade­más, po­co a po­co han in­ten­ta­do imi­tar al­gu­nos paí­ses eu­ro­peos con es­ca­sa for­tu­na. Pero por es­to, pre­ci­sa­men­te, la lu­cha no es con­tra China sino con­tra los es­ta­dos co­mo opre­so­res de los in­tere­ses de su po­bla­ción. No ha­ce fal­ta re­sal­tar que aquí en España, en una me­di­da mu­cho me­nor, es­ta­mos an­te una se­rie de po­lí­ti­cas crea­das por un par­ti­do «so­cia­lis­ta» ba­sa­das en la re­pre­sión, ya sea me­dian­te el em­peo­ra­mien­to de los em­pleos o la di­fi­cul­tad del ac­ce­so a la cul­tu­ra. Quizás per­mi­ti­mos es­tos des­va­rios pen­san­do que no nos to­can de cer­ca pe­ro si China es el fu­tu­ro ejem­plo a se­guir pa­ra las de­más na­cio­nes co­mo aho­ra lo es EEUU, to­dos de­be­ría­mos em­pe­zar a temblar.

    Recuerden el pe­ga­di­zo es­lo­gan crea­do por los in­te­li­gen­tí­si­mos y des­gra­cia­da­men­te des­apa­re­ci­dos The Designers Republic: ¡Trabaja! ¡Compra! ¡Consume! ¡Muere! No es­pe­ren otro con­se­jo de sus go­bier­nos, no es­pe­ren otro fa­vor de los po­li­ti­cas­tros a los que vo­tan, en­ho­ra­bue­na, es­to es lo que us­te­des han ele­gi­do. Todos so­mos Liu Xiaobo, so­lo que unos lo so­mos más que otros.