Etiqueta: Donald Trump

  • Del netouyo a la alt-right. ¿Por qué los nazis llevan avatares de anime en las redes sociales?

    Del netouyo a la alt-right. ¿Por qué los nazis llevan avatares de anime en las redes sociales?

    Este ar­tícu­lo se pu­bli­có ori­gi­nal­men­te el 17 de agos­to de 2017 en Canino Magazine. Por des­gra­cia, ha re­sul­ta­do ser mu­cho más pre­mo­ni­to­rio y acer­ta­do de lo que nun­ca hu­bie­ra de­sea­do, así que aho­ra, sie­te años des­pués, lo res­ca­to aquí, en mi blog, pa­ra que se pue­da se­guir ac­ce­dien­do a él en la for­ma más óp­ti­ma po­si­ble. Que es­te ejer­ci­cio de ar­chi­vís­ti­ca sir­va pa­ra re­cor­dar que ya lo vi­mos ve­nir. Y que aún es po­si­ble pen­sar en pre­sen­te.

    Un breve recenso sobre la situación en la que nos encontramos

    Vivimos, y a la ac­tua­li­dad más re­cien­te nos re­mi­ti­mos, un te­rro­rí­fi­co au­ge de po­lí­ti­cas de ex­tre­ma de­re­cha. Y por en­ci­ma de es­vás­ti­cas y cal­vas, hay una no­ta es­té­ti­ca co­mún en­tre los dis­tin­tos gru­pos de na­zis: los ava­ta­res de ani­me ¿Acaso el ota­ku es de de­re­chas por de­fi­ni­ción? Para con­tes­tar es­tas pre­gun­tas vo­la­mos ha­cia Japón y nos aden­tra­mos en su po­lí­ti­ca y su Internet. Y lo que en­con­tra­mos allí, es el ger­men, ha­ce diez años, de lo que hoy es­ta­mos vi­vien­do en occidente.

    Japón siem­pre ha si­do un país con una gran im­pron­ta na­cio­na­lis­ta. Desde la fi­gu­ra del sa­mu­rái has­ta la di­vi­ni­dad del em­pe­ra­dor, pa­san­do por su pa­pel en sen­das gue­rras mun­dia­les y su as­pi­ra­ción de ser la má­xi­ma fuer­za co­lo­nial a prin­ci­pios del XX, su iden­ti­dad ha es­ta­do vin­cu­la­da a me­nu­do con os­ten­tar una su­pe­rio­ri­dad na­cio­nal in­na­ta so­bre los paí­ses de su en­torno. Y si bien tie­nen en su ha­ber va­rias de las ma­sa­cres y vio­la­cio­nes de los de­re­chos hu­ma­nos más te­rri­bles de la his­to­ria del si­glo XX, es al­go más bien po­co co­no­ci­do tan­to den­tro co­mo fue­ra de sus fron­te­ras. Entre otras co­sas, por­que el go­bierno ja­po­nés se nie­ga a reconocerlas.

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  • Black Mirror en su propio reflejo (V). «Men Against Fire», TRUMPeando lo hiperreal

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    No exis­te ser hu­mano que no ten­ga por ca­ra una más­ca­ra. Incluso quie­nes pre­ten­den lo con­tra­rio. A fin de cuen­tas, vi­vir ex­po­nien­do nues­tros mie­dos, de­seos y sen­ti­mien­tos es el mé­to­do más rá­pi­do y efi­caz pa­ra aca­bar sien­do da­ña­do, si es que no ex­plo­ta­do. De ahí la ne­ce­si­dad de una más­ca­ra. De ocul­tar aque­llo que so­mos a tra­vés de al­gu­na cla­se de filtro.

    Pero no aca­ba ahí la fun­ción de la más­ca­ra. Al igual que ocul­ta aque­llo que so­mos, tam­bién ocul­ta aque­llo que son los otros; no por­que los otros va­yan en­mas­ca­ra­dos, que tam­bién, sino por­que, en la elec­ción de nues­tra más­ca­ra, es­ta­mos crean­do un mo­do de ver el mun­do. Porque, del mis­mo mo­do que ni los sím­bo­los ni las ideas son ino­cen­tes, el ros­tro con el que nos pre­sen­ta­mos tam­bién di­ce al­go al res­pec­to de nues­tros pre­jui­cios y ne­ce­si­da­des. De aque­llo con lo que que­re­mos in­ter­ac­tuar, con lo que no y có­mo que­re­mos ha­cer­lo. Porque, en úl­ti­ma ins­tan­cia, la más­ca­ra no sir­ve só­lo pa­ra ocul­tar­se, sino tam­bién pa­ra mostrarse.

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