En la representación siempre hay un camino peligroso pero efectivo para conseguir un triunfo inmediato, aunque no necesariamente fácil: la mímesis de la realidad. Si los artistas de la antigüedad partían de una mímesis de la naturaleza no tardarían mucho en adoptar esta presunción mimética también al trabajo de sus compañeros; a partir del trabajo de otros edificaban y mejoraban el trabajo propio. El problema es que sino hay una mejora sustancial del original, una aportación significativa de la mirada propia, sólo queda una mera desvirtuación de los referentes. Justo lo que hacen Digitalism en I Love You, Dude.
Con su clásico electropop reconvertido hacia campos más cercanos de la electrónica que del rock hilvanan diez canciones con poco o ninguna conexión entre sí en un ejercicio fútil de copia de sonidos; no hay nada ni mínimamente personal pues todo acaba por ser la mímesis de un grupo anterior. Sólo consiguen hilvanar en un discurso coherente, más cercano a algo que se pueda considerar propio, una canción, 2 Hearts, al dotarla de una connotación discursiva propia que subyace tras la evidente fuente de inspiración: aun cuando la canción parece un descarte de Empire of the Sun le dan el suficiente carácter personal como para ser una edificación que les es propia. El problema es que el resto de canciones, muy lejos de encontrar esa auto-conciencia, se hundirán en un enajenamiento de sí al no ser más que burdas copias de otros grupos basados en intermitentes loops continuos. Desde su machacón, repetitivo y carente de todo encanto single, Blitz, hasta el intento de acotar un ochenterismo más propio de Zombi que de ellos en Miami Showdown podemos ver el sustancial problema del grupo a lo largo de todo el trabajo: sólo saben practicar una mímesis pueril, carente de toda significación, porque no tienen nada más que expresar; carecen de cualquier actitud discursiva o estilística propia. Pero ante eso, nada se puede hacer.
La mitad del grupo, Jens Moelle, afirmaría que “las canciones de Digitalism como simples capítulos de una compleja novela sobre la interacción social y la atracción.” lo cual no sólo no es verdad sino que además es mentira; para poder edificar un acto discursivo que se considera como personal antes debes tener una voz propia, no sólo hablar a través de las prestadas. Por eso I Love You, Dude como Idealism es un disco pueril y, lo peor de todo, carente de cualquier personalidad. Y puedo disculpar la ausencia de originalidad, pero jamás la ausencia de la voz discursiva.