En una época donde se consideran muertos los grandes relatos, donde se atomiza hasta el extremo todo conocimiento en tanto se se supone imposible conocimiento más allá de opiniones o verdades variables, lo único que puede esperarse es acabar sumergidos en medio del esclavismo. Sumergidos en un contexto donde todo se debe interpretar de y desde una cierta verdad indemostrable, no conectada con ninguna otra y que en ningún caso puede configurar realidad alguna, es evidente que hay serias dificultades para poder comprender el presente; el problema no es que los metarelatos hayan muerto, es que existe la convicción de que están muertos cuando están ocultos a nuestra mirada. Es por ello que cuando abordamos cualquier cuestión, como en el caso del uso de la ironía en la publicidad, no podemos pretender que éste se nos muestre a través de un análisis ideológico —entendiendo por ideología toda ideología, cualquier forma de análisis que pretenda dar una verdad que explique todo por sí misma — : el funcionamiento de los mecanismos internos de los relatos siempre se dan en diferentes niveles que se complementan entre sí de forma coherente. Sólo en tanto se hila su lectura en todos sus niveles, tenemos una explicación coherente al y con respecto del mundo.
Cuando nosotros criticamos una obra cultural o artística, atendemos a diferentes niveles del funcionamiento interno (la forma, el fondo) además de una serie de características exógenas (diferentes interpretaciones, su situación histórica, su adecuación, etc.); cuando hacemos crítica leemos la obra aportando algo nuestro, pero sin obliterar una cierta intencionalidad latente en la obra en sí. ¿Qué ocurre si pretendemos ejercer la crítica con un anuncio de televisión? Que nos hablará sobre las condiciones fácticas de cierto tipo de publicidad. Y como está de moda la ironía por la plaga hipster, derivado de la proliferación de series (Girls, Mad Men) y anuncios que asumen una visión irónica del mundo, sería interesante hacer una lectura crítica de un anuncio que parte desde ese punto de vista irónico.