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¿Cuál es el verdadero significado de Halloween?
And I’ve got miles and miles to go,
before the falling of the snow,
and I’ll be leaving soon,
before the rising of the moon, -
Terror y sintetizadores: sobre las composiciones perdidas de John Carpenter. Un artículo de Xabier Cortés

Cuando uno se plantea condensar la esencia de una celebración como Halloween en un artículo, el primer acto reflejó será acudir al (cine de) Terror. ¿Por qué llegamos siempre al terror? La gran mayoría, cuando no todas, las referencias visuales que manejamos a la hora de tratar el terror se nos han dado a través del cine: personajes icónicos de salvaje comportamiento, escenarios inquietantes grabados en nuestra retina, demenciales juegos sádicos a cargo de un no menos sórdido maestro de ceremonias. El terror nos sirve en Halloween como escenario para las más variopintas experiencias, la mayoría de ellas regadas con cantidades más o menos peligrosas de sustancias y brebajes de demostrada insalubridad, música de oscuridad de centro comercial —a menos que hagan caso a las muchas recomendaciones de esta santa casa y sean capaces de asimilar las siempre brillantes selecciones musicales que aquí se proponen— y noches inciertas. Qué mejor forma que homenajear a esta celebración que haciéndolo con uno de los maestros del cine de terror: John Carpenter.
Como artesano del terror y de la ciencia ficción que es, John Carpenter comprende que para crear una experiencia terrorífica completa no basta solamente con construir escenas con una importante carga visual; sabe que el terror necesita del sonido y la música para terminar de verse completo, por eso mismo él es el responsable de la parte musical de sus película. La cosa visual unida a la cosa sonora con el único objetivo de construir la atmósfera perfecta, una atmósfera que haga saltar todos los resortes de seguridad de nuestras mentes. La particularidad de Carpenter a la hora de crear los sonidos que acompañan a sus películas —ya convertidas en films de culto, desde luego— es que esas mismas obras musicales trascienden del universo fílmico para convertirse en influencia y faro musical a seguir entre los desbarros synth de marcado carácter ochentero, cómo no, siempre con esa obsesión por crear escenarios inquietantes, peligrosos y mortales. Por esto mismo, el lanzamiento de esta colección de composiciones bajo el manto de Lost Themes debe considerarse como un acción de Carpenter para seguir enriqueciendo la escena synth clásica sin que sea necesario tener el apoyo de un artefacto visual para ello.
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Entre aquí aquel de alma sucia. Resumen del especial de Halloween

Nada dura eternamente, nada permanece sin acometer cambios. Este año el especial ha sido belicoso, preñado de ficción, con más cómics de los que podríamos haber imaginado; nos debemos hacer adultos de una forma inversa, porque cuando con la edad se dice que se prefiere el ensayo sobre la ficción nosotros hemos preferido la ficción al ensayo. Los que no, abrazan el ensayo desde la experimentación. En todos los casos, se aprecia un movimiento por lo demás contemporáneo: la autoficción, pensar el terror desde sus propias vidas. Símbolo de los tiempos. ¿Qué queda una vez hemos terminado? La sensación de que el terror inunda cada instante de nuestras vidas; que Halloween es hoy, pero que los monstruos nos persiguen todos los días más allá de nuestros sueños.
Sumario:
Especial de Halloween en The Sky Was Pink
- No hay mito sin realidad. Una exégesis de la saga «Pesadilla en Elm Street»
- Asimilado. Un relato de Xabier Cortés Aramendi
- La muerte del deseo es la muerte del hombre. Sobre «Wish» de The Cure
- Brujería. Una reflexión de Esther Miguel Trula
- Una (poética) vuelta de tuerca. Sobre «Edgar Allan Poe. La guarida del horror» de Richard Corben
- Foribus. Un relato de Andrés Abel
- No hay máscara que cien años dure. Sobre «Stage Fright» de Jerome Sable
- Tong-Nou. Una ¿crítica? de mrbd2000
- Ciudad y cosmos son un todo. Sobre «Mataré a vuestros muertos» de Daniel Ausente
- Dientes. Un relato de Eva Cid Martínez
- Movimientos (totales) en el arte mínimo (XXIV). Sobre «Elmo. Trouble on Halloween Night» de Kazuo Ito
- La vida como Halloween. O cómo descubrimos convivir con monstruos
- Gabriela. Un relato de Jaime Delgado
- Terror en la posmodernidad. Un cómic de Mike Remacha
- Licántropo. Un relato de Israel Fernández
- High Fear of Everything. Un cómic de Mikel Álvarez
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Licántropo. Un relato de Israel Fernández

Pasaba las tardes comiendo galletitas saladas y masturbándome. También cocktail de frutos secos y fruslerías varias. No podía dejar de cascármela. Me bastaba un ombligo o unos pies furtivos, piel bruñida por los rayos catódicos, cualquier cosa que echasen por la tele servía para desfogar. A veces estornudaba y confundía un papel con otro. Por las noches bajaba al döner de Julianne. Estaba a cuatro minutos del hotel, siempre la misma pasta verdosa y el queso rulo de cabra con mostaza dulce. No podía evitar dejarme secuestrar por el silencio, luego cerveza hasta las tres de la mañana. Ella me la chupaba. Cada vez peor, debo confesar. Vomitaba con el tenis australiano de fondo y el zumbido de la nevera portátil. Ese bramido eléctrico se te pega a los tímpanos como la sal del mar. Las galletitas no se habían movido de la mesa y no saben cuan fortuitas pueden resultar frente a un apetito repentino. Ganaba 2500 limpios al mes. Con 24 años. Cambié de hotel seis o siete veces por toda la costa alicantina. En Madrid hubiese muerto.
Pese a todo, nunca llegaba tarde al estudio, aunque pasase más tiempo cagando que grabando. Los limpiapistas hacían su trabajo, tenían monitorizado hasta el último cable. Y uno de ellos era mi camello; por la cuenta que le traía y los dos o tres pollos diarios, era el más eficaz de aquella plantilla de sudacas. En 6 meses no aprendí valenciano pero sí un puñado de formas diferentes de gestionar mis adicciones. Por supuesto, mi hija y mi mujer no sabían nada. Cuídate esa tos, te echamos de menos, cuando vuelves, has conocido a alguien famoso, por qué no llamas. La culpa no era de la coca, sino mía, pero el almizcle de mis hormonas sólo me dejaba oler miedo y mentira. Siempre evité las fotos, aunque todo el mundo quería salir en ellas. Pasadas las 4 me escondía en mi habitación, huía del asedio noctámbulo, de los licántropos. Excepto aquella noche. Estaba tirado en el césped de un parque cuando dos policías me despertaron. Alrededor mío, una constelación de bolitas de papel con poemas garabateados en su interior. Bolitas rojas con formas de órganos: un riñón, unos sesos, un puño cercenado. Claro que estaba contaminando, pero con algo más tóxico que la celulosa. ¿Qué hay de mi alma infectada, del ácido de mis arterias, EH? Me cazaron.