steeltongued, de Hecq
El auténtico terror sólo se produce cuando el desasosiego que consigue producir en nosotros sus formas más profundas cristaliza en el temor de que la oscuridad a la que estamos asistiendo en parto se materialice exigiendo para sí todo aquello en nosotros que nos es preciado; el terror se parece en la música en ese arrebatar, en el robar a su víctima algo que le es preciado (de forma temporal o permanente) para que descubra algo nuevo con respecto de sí. Bajo esta perspectiva la consideración de la música nos situaría en la posición en la que nosotros no hacemos nuestra la música sino que la música es la que se hace poseedora de nosotros mismos al apoderarse de nuestra propio sentir nuestro ser-en-el-mundo. ¿Qué es la música bajo esta mirada? La vivisección de las almas de aquellos que se enfrentan contra el mágico encanto que sus arrullos ejercen sobre su fascinación misma, sobre aquellos sin los cuales no existiría ni en fondo ni en forma.
Dentro de esta definición poética, pero no por ello carente de un cariz siniestro, Hecq se sentiría tan cómodo como un médico sin escrúpulos en Auswitch: sólo en lo más profundo de la noche el hombre puede descubrir los propios límites de su mecánica. Pero la poética sólo es propicia cuando se ejerce a través de la acción poética misma, y por eso Hecq hace de estos postulados su modus vivendi a través del cual confrontar un mundo en ruinas. A través de una mezcla salvaje, aparentemente imposible, entre unos oscuros paisajes ambientales bien afligidos de glitch va desarrollando malévolas catarsis en forma de un IDM de carácter experimental; él va dando brincos entre conceptos, ideas y formas no usándolos como fines en sí mismos sino como herramientas para un todo: poco le importan los géneros, lo importante en steeltongued es como todo encaja a la perfección para conformar melodías que van más allá de toda lógica imperante. La resistencia es fútil, cuando no directamente suicida, porque enfrentarse cara a cara contra temas como dfrm nos deja en una posición de indefensión equivalente al intentar parar una lluvia de motosierras en llamas con los dientes: no sólo es que sea imposible, es que intentar parar semejante espectáculo de la imposibilidad ya es una blasfemia en sí misma.