Etiqueta: Jaime Delgado

  • Recogiendo los frutos de la sangre caída. Lista (de listas) del 2015

    Recogiendo los frutos de la sangre caída. Lista (de listas) del 2015

    Vivimos tiem­pos in­tere­san­tes. Esa an­ti­gua mal­di­ción ju­día o chi­na, se­gún in­tere­ses del in­ter­lo­cu­tor, nos vie­ne al pe­lo por nues­tra épo­ca de ines­ta­bi­li­dad po­lí­ti­ca, cul­tu­ral y, en mu­chos sen­ti­dos, per­so­nal: se­gui­mos en me­dio de una cri­sis sal­va­je que no de­ja de azo­tar a la so­cie­dad y, al mis­mo tiem­po, ca­da vez ger­mi­nan de for­ma más fuer­te bro­tes ver­des aquí y allá. Como si en me­dio del pá­ra­mo fue­ra el úni­co lu­gar don­de pue­den cre­cer las flo­res más be­llas, ya sea por­que la be­lle­za es inhe­ren­te a la fuer­za o más bien por­que lo be­llo siem­pre es de­pen­dien­do de aque­llo que le ro­dea. Si el 2014 fue un año de tran­si­ción, 2015 fue el de los pri­me­ros fru­tos de es­ta nues­tra es­ta­ción del des­con­ten­to. Frutos que han si­do dul­ces, tal vez po­cos, aun­que sí bas­tan­te más va­ria­dos de los que ca­bría es­pe­rar, da­do que las co­se­chas de los fríos ex­te­rio­res ha fir­ma­do cier­ta una­ni­mi­dad que en es­ta san­ta ca­sa no entendemos.

    Y an­te to­do, la muer­te. Parece que el te­ma uni­fi­ca­dor, del que na­die se ha re­sis­ti­do a ha­blar aun­que sea un po­co, ese es el de la muer­te. Se han ido mu­chas per­so­nas bue­nas, mu­chas per­so­nas que apre­ciá­ba­mos, in­clu­so cuan­do no las co­no­cía­mos per­so­nal­men­te; mu­chos ar­tis­tas que ya no nos de­lei­ta­rán ya con na­da nue­vo, sino es co­mo un eco del pa­sa­do. Pero así y con esa in­evi­ta­bi­li­dad, tam­bién es­tá el otro po­lo: la sen­sa­ción de tran­qui­la eu­fo­ria que des­pren­de to­da la lis­ta, co­mo si se es­tu­vie­ra co­ci­nan­do al­go que só­lo pue­de in­tuir­se en­tre li­neas del con­jun­to de to­das las lis­tas. El que se­rá ese al­go, si es que hay tal al­go, que­da a la in­ter­pre­ta­ción del lector.

    Tal vez los tiem­pos de vic­to­ria, aun­que sea pí­rri­ca, no sean tiem­pos de gran­des dis­cur­sos. De ahí que es­te año no nos atre­va­mos a va­ti­ci­nar na­da pa­ra el que vie­ne: de­ja­re­mos, con so­sie­go, que la pro­pia ola del tiem­po nos arras­tre de ba­ta­lla en ba­ta­lla pa­ra de­ci­dir, den­tro de un año exac­to, qué ha si­do el 2016 pa­ra no­so­tros. Porque si al­go te­ne­mos cla­ro es que se­gui­re­mos aquí, más vie­jos, más tu­lli­dos, tal vez arras­tran­do más muer­tos que has­ta el mo­men­to, pe­ro to­da­vía vi­vos. Siempre vi­vos y en­san­gren­ta­dos ob­ser­van­do el ano­che­cer de nues­tros días.

    (más…)

  • Portamos la muerte en nuestra sangre. Resumen del especial de Halloween

    null

    Todo de­ve­nir es siem­pre só­lo en par­te co­no­ci­do. Incluso si Halloween es siem­pre Halloween, la for­ma exac­ta que to­ma­rá ca­da año re­sul­ta una com­ple­ta in­cóg­ni­ta: si el año pa­sa­do la fic­ción do­mi­nó de for­ma ab­so­lu­ta los con­te­ni­dos, en es­ta edi­ción ha­bría que ad­mi­tir que exis­te un equi­li­brio mu­cho ma­yor. Además de una pre­do­mi­nan­cia por la ex­pe­ri­men­ta­ción que no ha­bía lle­ga­do tan le­jos en años an­te­rio­res. Este ha si­do un año di­fe­ren­te, abrien­do nue­vas puer­tas, por lo cual ex­plo­rar­lo con cal­ma e in­te­rés se ha­ce más ne­ce­sa­rio que nun­ca. Algo que no ca­be sino ce­le­brar. Porque, ¿qué hay más cier­to que el te­rror que se ocul­ta en ca­da as­pec­to de nues­tras vi­das, pe­ro siem­pre ocul­to de al­gún mo­do? Porque Halloween es la cons­cien­cia de que exis­te al­go más allá de lo que día a día nos per­mi­ti­mos recordar.

    Sumario:

    Especial de Halloween en The Sky Was Pink

    (más…)

  • Cucu-trás. Un texto de Jaime Delgado

    null

    Hace un par de se­ma­nas, en un cum­plea­ños fa­mi­liar, la hi­ja (de sie­te años) de mi pri­ma es­ta­ba vien­do la te­le­vi­sión en el sa­lón mien­tras los adul­tos pre­ten­día­mos man­te­ner con­ver­sa­cio­nes in­tere­san­te en la te­rra­za. En uno de los via­jes a la co­ci­na apro­ve­ché pa­ra co­lar­me de­trás del si­llón y sor­pren­der­la con uno de esos «uh» que se su­po­nen sir­ven pa­ra asus­tar, acom­pa­ña­do del aga­rre de hom­bros si­mul­tá­neo pa­ra po­ten­ciar el efec­to y to­da la ru­ti­na que to­dos co­no­ce­mos. Podría ha­ber en­tra­do al sa­lón y sim­ple­men­te de­cir «Hola» o «¿Qué es­tás vien­do?» (co­mo de he­cho lue­go pre­gun­té), pe­ro ele­gí co­mu­ni­car­me, pri­me­ro de to­do, dan­do un sus­to. Ella ape­nas se agi­tó (y da­da la nu­la ela­bo­ra­ción del sus­to no fue de ex­tra­ñar), me lla­mó «ton­to» ca­ri­ño­sa­men­te y se rió.

    ¿Por qué nos gus­ta dar sus­tos? ¿Qué tie­ne de gra­cio­so? La iro­nía no es ac­ci­den­tal: dar un sus­to coin­ci­de en no po­cos as­pec­tos con gas­tar una bro­ma, so­bre to­do en la in­ten­cio­na­li­dad úl­ti­ma. No se pe­ga un sus­to (si es con bue­nas in­ten­cio­nes) tra­tan­do de pro­du­cir en el otro una sen­sa­ción de te­rror que le pa­ra­li­ce, o al me­nos no co­mo ob­je­ti­vo fi­nal, lo que se bus­ca es la reac­ción pos­te­rior, la ri­sa tras el epi­so­dio in­có­mo­do, la bre­ve com­pli­ci­dad, la anéc­do­ta com­par­ti­da, la ex­tra­ña sen­sa­ción po­si­ti­va que sa­be­mos genera.

    (más…)

  • Estigmas sacrificiales de nuestro tiempo. Lista (de listas) del 2014

    null

    Hoy aca­ba un año fu­nes­to. Podemos re­cor­dar lo que de­ja­mos atrás co­mo el año don­de nos pi­so­tea­ron y hu­mi­lla­ron, el 2014 que se re­su­me con la pa­la­bra «mez­quin­dad», pe­ro no exis­te som­bra que no es­con­da un ra­yo de luz, por eso tam­bién es el año que des­cu­bri­mos nue­vas for­mas de dig­ni­dad, en ese ca­so el 2014 se re­su­me en la pa­la­bra «co­mu­ni­dad». En am­bos ca­sos, lo po­lí­ti­co co­bra un pe­so es­pe­cial en la lis­ta de lis­tas de The Sky Was Pink, co­mo ya ocu­rrió el año pa­sa­do. En es­ta oca­sión los nom­bres pro­pios son la nor­ma, no así las abs­trac­cio­nes, del mis­mo mo­do que esos nom­bres se re­pi­ten de for­ma cons­tan­te. «Podemos» —gri­ta el pue­blo, no sa­be­mos si ha­blan­do de sí mis­mos o de la re­ve­la­ción po­lí­ti­ca de la tem­po­ra­da. No es fá­cil di­so­ciar am­bos con­cep­tos. Todo tiem­po con­vul­so es siem­pre in­tere­san­te, po­si­bi­li­ta­do al cam­bio, pe­ro to­do cam­bio es un sal­to al va­cío don­de no sa­be­mos dón­de aca­ba­re­mos. Y el 2014 es un año de tran­si­ción, ¿ha­cia qué lu­gar? Mira, jus­to de­ba­jo de no­so­tros: ahí es­tá el va­cío, pe­ro no­so­tros se­gui­mos vo­lan­do ha­cia el pro­gre­so. Si el im­pul­so du­ra­rá o cae­re­mos, se­gu­ra­men­te lo em­pe­za­re­mos a vis­lum­brar den­tro de un año exacto.

    El año ha si­do fe­mi­nis­ta, trans, obre­ro. Ha si­do to­do lo que de­bía ser, aun­que no lo su­fi­cien­te; ha si­do to­do lo que no de­bía ser, siem­pre de­ma­sia­do. Es mo­men­to de en­to­nar el mea cul­pa —in­clu­so aque­llos quie­nes no op­ta­mos por ello„ no aho­ra, que nos guar­da­mos las ga­nas de agi­tar el pu­ño con Walter Benjamin de la mano pa­ra el res­to del año — , pe­ro tam­bién pa­ra ce­le­brar lo que ha ocu­rri­do du­ran­te el año. Que lo po­lí­ti­co na­ce de lo cul­tu­ral, no al re­vés. Tenemos sin­gu­la­ri­da­des, ins­tan­tes, mo­men­tos cris­ta­li­za­dos en su pro­pia ló­gi­ca in­ter­na. No se­pa­ra­mos en­tre al­ta y ba­ja cul­tu­ra, en­tre el ges­to po­lí­ti­co y ar­tís­ti­co, por­que ahí ra­di­ca la vir­tud de lo que in­ten­ta­mos es­gri­mir: un pen­sa­mien­to que lo per­mi­te to­do, que aglu­ti­na to­do acon­te­ci­mien­to, que só­lo po­ne co­mo con­di­ción la ra­cio­na­li­dad de sus pre­su­pues­tos. Incluso su pro­pia crí­ti­ca in­ter­na. Porque lo que ve­ni­mos a ha­cer aquí no es el re­su­men de los más lis­tos de la cla­se, sino un in­ten­to de di­sec­cio­nar el zeit­geist de nues­tro tiem­po. Crítica —sub­je­ti­va, fa­li­ble, atra­ve­sa­da de in­tere­ses, ¿qué du­da ca­be? — , no opinión.

    Las úl­ti­mas pa­la­bras del año. Lo que nos de­pa­ra el 2015 es un mis­te­rio, pe­ro que el tiem­po se lle­ve ya al in­fierno al año fu­nes­to en el que des­cu­bri­mos que éra­mos más fuer­tes de lo que nun­ca creía­mos que po­dría­mos lle­gar a ser; que el tiem­po arra­se con sus ci­mien­tos, que de­vo­re to­da su pre­sen­cia ho­rri­ble, que cuan­do se le­van­te el vien­to de la his­to­ria se lle­ve con­si­go el pol­vo y no só­lo a no­so­tros. Cuando lo que que­den sean rui­nas, en­ton­ces po­dre­mos sa­ber si só­lo fue un mal año en lo per­so­nal o fue el prin­ci­pio de al­go más gran­de. Lo in­tui­mos, pe­ro no lo sa­be­mos. Porque, co­mo di­jo Paul Valéry y nos re­cor­dó re­cien­te­men­te Hayao Miyazaki, «el vien­to se le­van­ta… ¡hay que in­ten­tar vivir!».

    (más…)

  • Entre aquí aquel de alma sucia. Resumen del especial de Halloween

    null

    Nada du­ra eter­na­men­te, na­da per­ma­ne­ce sin aco­me­ter cam­bios. Este año el es­pe­cial ha si­do be­li­co­so, pre­ña­do de fic­ción, con más có­mics de los que po­dría­mos ha­ber ima­gi­na­do; nos de­be­mos ha­cer adul­tos de una for­ma in­ver­sa, por­que cuan­do con la edad se di­ce que se pre­fie­re el en­sa­yo so­bre la fic­ción no­so­tros he­mos pre­fe­ri­do la fic­ción al en­sa­yo. Los que no, abra­zan el en­sa­yo des­de la ex­pe­ri­men­ta­ción. En to­dos los ca­sos, se apre­cia un mo­vi­mien­to por lo de­más con­tem­po­rá­neo: la au­to­fic­ción, pen­sar el te­rror des­de sus pro­pias vi­das. Símbolo de los tiem­pos. ¿Qué que­da una vez he­mos ter­mi­na­do? La sen­sa­ción de que el te­rror inun­da ca­da ins­tan­te de nues­tras vi­das; que Halloween es hoy, pe­ro que los mons­truos nos per­si­guen to­dos los días más allá de nues­tros sueños.

    Sumario:

    Especial de Halloween en The Sky Was Pink

    (más…)