Este texto fue publicado originalmente el 27 de julio de 2017 en la revista cultural Canino. Ha sido reeditado y remaquetado para la ocasión.
Todos tenemos una idea bastante clara de cómo debe ser un manga. Línea gruesa, ojos grandes, uso exagerado de tramas, dibujos en blanco y negro, tendencias de folletín y el drama siempre al once. Nada de eso es falso, en términos generales, pero es absurdo pretender que con eso podemos definir todos los mangas que existen en el mundo.
El manga es otra cosa. El manga es muchas cosas. Pero así y con todo, no resulta difícil situar un punto concreto como su origen; el momento en que pasó de ser un concepto nebuloso, no del todo fijo, a tener los rasgos que acabarían dando forma al medio tal y como lo conocemos. Porque aunque es mucho más que eso, es todo eso, y hay un nombre propio a quien le debemos una influencia y una popularidad tal que es imposible pensar el manga si no es a través de su figura. Ese nombre es el de Osamu Tezuka.
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