En nuestro tiempo, el conocimiento inmediato de la experiencia mundana ha quedado disuelto. Roto de cualquier concierto. Es así porque ya no se confía en la razón sino procede del conocimiento contrastado; sólo se acepta como válida aquella razón supuesta desde los prefectos de la ciencia. Sólo se admiten explicaciones desde el seno de la imposición. Eso no significa que la ciencia tenga nada malo; la ciencia posee usos útiles que no debemos descartar, pero se muestra inútil para retratar aquello que se escapa del mero vislumbrar: explica razones, no así confiere convicciones. Quizás la ciencia pueda explicar mejor que el conocimiento popular o los mitos por qué morimos, no así por qué morimos; nuestra experiencia de los acontecimientos es también parte de aquello que somos en tanto seres humanos, no sólo el conocimiento científicos de las causas en tanto entes físicos.
Shigeru Mizuki, mangaka además de mitólogo —además porque su papel como dibujante viene prefigurado no sólo por interés genuino por los espíritus, sino por su experiencia vital misma con éstos — , sabe que hay cosas que no se pueden explicar a través del conocimiento científico. Hay cosas que se rigen por experiencias más íntimas. Por eso en NonNonBa narra historias biográficas semi-ficcionadas donde nos muestra su experiencia de aprendizaje a través de personajes singulares: los yōkai. ¿Qué papel asumen los yōkai, espíritus de la mitología japonesa, en su formación? Uno singular, pero común a los entes mitológicos: servir de guía para el joven Shige; en un sentido literal en el caso del azuki hakari, en un sentido metafórico en el caso de las historias que tanto le apasionan. Cada yōkai es un movimiento de la naturaleza, un acto o sentimiento de los hombres; en ese sentido, los espíritus complementan, no sustituyen, la experiencia del mundo: no son una creencia irracional que sólo sirve para engañar a viejas y asustar a niños, sino que tienen un uso simbólico importante: muestran algunas de las veleidades particulares de la existencia.