Temjin EP, de Reso
Aunque nos guste pensar lo contrario, la realidad es que la fagotización del capitalismo de forma cultural nos ha llevado de forma sistemática hacia la concesión burda y sinsentido de la simplificación de todo arte: la gente prefiere no pensar, porque es más fácil atenerse a la basura que se le ofrece a cada momento. Sólo en éste sentido se explica no sólo la predominancia de partidos políticos o formas religiosas ya caducas, estancas en discursos vaciados de toda significación última, sino también la perpetuación de las más abyectas formas de cultura destinadas a ser una aguada versión simulacral imitación de las auténticas vanguardias. Si actualmente la gente escucha de forma más o menos masiva dubstep, si alguien tan mediocre como Skrillex se ha aupado al trono actual del mainstream, no es por una intrincada maniobra de marketing ‑pues, de hecho, no existe aun método creíble de vender a un tísico aneuronal como una entidad personificación de lo cool- tanto como por la necesidad de aferrase dentro de unas coordenadas que le resultan fácilmente asumibles; si todo el mundo escucha Skrillex ‑o, cuidado, se tiene la sensación de que todo el mundo lo escucha‑, independientemente de que sea sólo una moda pasajera, la mayoría de personas se verán condicionados a escucharlo.
Ahora bien, el capitalismo es incapaz de crear por sí mismo para la explotación masiva ningún producto que no sea derivativo de una realidad sensible ya existente, porque de hecho, al no existir ninguna realidad en sí, su única posibilidad es o bien construir un discurso propio ‑lo cual es, por principio, contrario al modus vivendi de fagocitación del capital- o bien apropiarse de un discurso ajeno para su seno. Ya que el capitalismo se construye precisamente de la alimentación de toda fuerza externa, asumiendo como imposible cualquier construcción a partir de los materiales presentes, se nos hace harto evidente que si el dubstep tiene algo se deberá encontrar más allá de las frágiles fronteras del capital desatado. El dubstep se originó de forma ajena al sistema de capitalización en las marismas desatadas de las fronteras del underground, curtiéndose en las diferentes TAZ originadas en formas de rave y la PAZ (Zona Autónoma Permanente) que supone Internet.