Группа крови, de Кино
A partir del encontronazo de las Pussy Riot con la dinámica propia del capitalismo tardío parece ser que el mundo Occidental se ha percatado, como quien se levanta con una terrible resaca la cual se pospone ad aeternum, que aquel que parecía ser un discreto colaborador de la fiesta ha resultado ser otro envenenador de las actitud; el descubrimiento de que Putin está lejos de ser un ejemplo de virtuosismo no debería ser sorpresa para nadie, pero sin embargo parece que así ha sido. Esto no debe extrañarnos desde el mismo instante que Rusia, en tanto periferia nunca demasiado afortunada pero siempre fuente de una cantidad ominosa de particulares problemáticas, siempre ha sido la hermana fea de Europa: se admite a sus hijos más afortunados como ejemplos para sus primos occidentales, pero al resto se les oculta sistemáticamente debajo de la alfombra. Y si esto ocurre así en la cultura, pues nada conocemos de los rusos que vaya más allá de los clásicos de la literatura, sería ingenuo pensar que de hecho esto resulta diferente en la política o en la sociedad. Ahora a todos nos preocupan nuestros hermanos eslavos pero, ¿qué dicen ellos sobre su propia situación?
Aunque nos guste vernos como salvadores, como fuente última de toda lucha que permitirá canonizar los arrebatos pugilísticos de los más bravos cercanos orientales que requieren de nuestra aprobación para conocer así la legitimidad misma, la realidad es que Rusia jamás ha tenido problema en entronizar su propia selección de héroes nacionales a través de los cuales definir su propio contexto de batalla; las Pussy Riot no aparecen de la nada como una inspiración revolucionaria punk de aires occidentales sino que, de hecho, no dejan de ser otro ejemplo más de la lucha imbricada en un país que nadie presta atención hasta que hay alguna clase de interés por ello. Para la fortuna del ruso medio no necesitan mirar hacia los descafeinados devaneos revolucionarios punk ‑como sí, de hecho, el género hubiera tratado alguna vez sobre alguna clase de acto político y no precisamente de un acto de despolitización radical (y he ahí que el pronosticar su fracaso es una gilipollez)- cuando puede mirar a sus propios clásicos del rock más combativo, donde se podrían incluir a los ínclitos Кино.