El Juez Dredd: Los archivos completos 01.1, de John Wagner y Carlos Ezquerra
Si hay una discusión elemental en el seno de la cultura anti-sistema ‑entendiendo por anti-sistema a cualquier movimiento, individuo o ideología que vaya en contra del totalitarismo velado en el cual vivimos actualmente- es cual es la forma más efectiva de representar a aquello que se pretende criticar. Obviamente ante semejante tesitura, que parecerá absurda para cualquier persona ajena al movimiento en tanto trivial, sólo existe un binomio lógico de posibilidades: asumir un tono realista de sus acciones y tomar un tono eminentemente paródico al respecto de ellos. El primero de estos acercamientos, el más común, es el que podríamos encontrar dentro de la obra de los anti-sistema que deciden literalizar de una forma más radical que es lo que hacen las diferentes fuertes económicas contra nosotros mismos, aun cuando sea desde una visión sesgada o claramente irónica ‑véase el caso de Miguel Brieva, paradigma de esta perspectiva en su tono más irónico pero en ningún momento paródico ergo eminentemente posmoderno-; el segundo de estos acontecimientos es precisamente una representación donde las fuerzas elementales de opresión son caracterizados siendo reconocibles como tal pero siempre a través de su carácter metafórico.
Cuando hablamos de un personaje tan radical, cuadriculado y suicida como es el Juez Dredd parece obvio que estamos refiriendo necesariamente hacia el tono paródico que estamos arguyendo como alternativa a la representación, pues aunque es una repetición del carácter de lo que se critica (la policía) sin embargo si contiene dentro de sí una diferencia sustancial (temática y espacio-temporal) que le hacen servir de parodia de la función jurídicopolicial sin ser stricto sensu tal cosa. Es por ello que cuando intentamos averiguar si Juez Dredd es de hecho un fascista psicótico que impone la ley a toda costa o una parodia de los fascistas psicóticos de nuestro mundo, la única respuesta posible es que de hecho se edifica como ambas cosas al mismo tiempo; no es sólo un policía de métodos tan expeditivos que sólo ha podido ser creada por la enajenada mente de unos espíritus punk, sino que también es una representación perfecta del mundo interior que deja entrever el sistema jurídicopolicial. Es por eso que, en tanto parodia, no es un intento de caracterizar en sí como actúan los policías ‑pues, hasta el momento, el disparar a matar no es la dinámica común de estos- sino precisamente el constituir una mirada ácida hacia cual es el paradigma último que les guía; el Juez Dredd no es un policía, es la idea última de policía.