Si hay un medio particularmente propicio para retorcer los presupuestos de la realidad a través de nuestra propia percepción ese es sin duda el del cómic. Con el uso de colores y formas en cualquier conjunción posible dentro de la imaginación ‑y la técnica- del dibujante se puede plasmar todo aquello que se sitúe en los límites de lo pensable; se puede recrear cualquier realidad posible por imposible que esta pareciera. Es por ello que en el cómic hay una particular querencia por la experimentación formal, sea más sutil o evidente, que lleva incluso al hecho de que algunas de las obras más aclamadas del medio tengan visos de una extrema abstracción por su carácter experimental. Un buen ejemplo de esto sería Spider-Man Fever de Brendan McCarthy.
En éste arco argumental vemos como nuestro héroe arácnido acaba en una dimensión desconocida controlada por unas extrañas arañas que usan un poder mágicko más allá de la comprensión del hombre. Servido como alimento, al ser medio araña medio hombre, las mismas le retan a cazar una mosca que sirva de banquete para toda la colonia como forma de demostrar su condición de arácnido. Mientras tanto el Dr. Extraño iniciará su búsqueda a través de esta dimensión fluctuante que parece cambiar en procesos más allá de cualquier lógica humana primaria. La dimensión se articula dentro de las reglas de la magick lo cual lo aleja de la invariabilidad del mundo humano común: todo es volátil; libre de ser cambiado a voluntad en tanto es asumido, creído, como si siempre hubiera sido así. De éste modo no importa que hagan o donde se dirijan los personajes, pues la única disposición necesaria para las más básicas de las interacciones profundas es su voluntad.