Immolate Yourself, de Telefon Tel Aviv
Cuando uno habla de ciertos músicos, como el caso de los que nos ocupan, uno siente cierta necesidad de redundar en su pasado para comprender su presente. Nacidos de la escena industrial, hardcore y punk de Nueva Orleans, pero educados en la más estricta ortodoxia de una formación clásica de conservatorio, su auténtico punto de evolución sería el ambient/IDM que cultivarían bajo el pseudónimo ‑altamente subversivo, que duda cabe- de Telefon Tel Aviv. Bajo estas premisas debe juzgarse lo que contiene todo su trabajo: una tendencia nómada, esquizotípica, donde se puede contener potencialmente cualquier cosa; su trabajo es siempre una deriva maravillosa que lleva el sonido de la electrónica, muerto antes de nacer en sus conformaciones más populares, hasta tierras nunca antes exploradas.
Su estilo errabundo les lleva de un extremo al otro de la escala, haciendo de este Inmolate Yourself una auténtica declaración de principios desde su propio nominalismo: durante la duración del trabajo no paran de inmolar una y otra vez no sólo la concepción de qué es Telefon Tel Aviv, sino también su propia auto-concepción; aniquilan una identidad prefijada, estática, en forma de un Yo nómada. Por eso intentar encontrar un asidero, un lugar donde sostener una idea común sobre el grupo, está abocada necesariamente al fracaso. Siempre los percibimos desde la distancia, como si no estuvieran ahí, como si fueran un perfecto devenir-invisible, pues es imposible encarnar un organicismo esencial de los mismos.