En todo conflicto siempre hay, como mínimo, dos visiones del mismo y sus visiones son irreconciliables: cada uno sólo puede hablar desde la perspectiva consensual de su experiencia. Esto se ve amplificado de una forma ostensible cuando el conflicto se recrudece y/o afecta a una cantidad mayor de individuos de una sola vez, aun cuando puedan considerarse estos mismos una comunidad. El problema es que hoy, 11 de Septiembre, tenemos que recordar que hace 10 años Occidente en general y Nueva York en particular sufrió el mayor ataque terrorista de la historia de la humanidad. ¿Como se puede entonces afrontar un conflicto donde las visiones enfrentadas son las de Oriente y Occidente? Un buen principio sería hablar de Four Lions, la satírica pieza de humor negro del director británico Chris Morris.
Cuando cuatro musulmanes de origen británico deciden convertirse en terroristas parece que nada puede salir mal, sino fuera porque ninguno tiene una convicción firme y real de morir por la yihad. El atolondrado Waj aceptará esta misión suicida porque es la visión más adrenalítica que jamás haya oído antes; Barry, un blanco occidental, canaliza su nihilismo vital a través de la posibilidad de volar en pedazos al prójimo con su cuerpo; Faisal es el ingeniero del grupo, un auténtico mago de las bombas, con el único problema de que no quiere morir por llevar una pegada en el pecho; o lo que es lo mismo, ninguno tiene intención de morir. Con éste contexto parece imposible que ninguno de estos sujetos consigan atentar ni contra la droguería de la esquina ‑lo cual se ve amplificado por una incapacidad absoluta de no volar por los aires los objetivos equivocados- sino fuera por la sinergía de acción que van induciendo unos sobre otros y, sobretodo, por la presencia de Omar.