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The Sky Was Pink

La locura de Batman. Sobre símbolos, risas maniacas y el mutualismo murciélago-payaso (II)

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La bro­ma ase­si­na, de Alan Moore

Si pre­ten­de­mos ha­blar de la lo­cu­ra se nos ha­rá ne­ce­sa­rio, an­tes de na­da, de­ter­mi­nar si la lo­cu­ra se pue­de dar en un es­ta­do pri­me­ro de na­tu­ra­le­za, si exis­ten lo­cos que na­cen lo­cos en sí, o si to­da lo­cu­ra es una con­for­ma­ción que se va crean­do con el pa­so del tiem­po por las cir­cuns­tan­cias da­das en el mun­do. Bajo es­ta te­si­tu­ra la po­si­ción del Joker se nos pre­sen­ta co­mo mu­cho más os­cu­ra y pro­ble­má­ti­ca de lo que has­ta aho­ra se nos ha­bía plan­tea­do ‑pues, en tan­to des­co­no­ce­mos su pa­sa­do o sus mo­ti­va­cio­nes reales, só­lo sa­be­mos que es un lo­co que es lo­co en tan­to siem­pre lo he­mos co­no­ci­do en tan­to tal. Por su­pues­to po­dría­mos afir­mar que el Joker es un ar­que­ti­po de la lo­cu­ra en sí, de una lo­cu­ra na­tu­ral no in­du­ci­da, ya que lo he­mos co­no­ci­do siem­pre des­de esa po­si­ción de su pro­pia exis­ten­cia­li­dad; el Joker es­tá na­tu­ral­men­te lo­co por­que de he­cho nun­ca he­mos co­no­ci­do una po­si­ción mis­ma de su ser-en-el-mundo que fue­ra pre­té­ri­ta o pos­te­rior de la lo­cu­ra mis­ma. Ahora bien, só­lo sa­be­mos aque­llo que se nos di­ce so­bre él en los có­mics ‑lo cual, por otra par­te, ya su­po­ne una vi­sión ses­ga­da: en tan­to ar­que­ti­po de vi­llano es di­fi­cil que ha­ya un in­te­rés en ca­rac­te­ri­zar­lo más allá del bi­na­ris­mo bien-mal en el cual se ve re­clui­do en es­ta se­gun­da posición- por lo cual, si exis­te en al­gu­na par­te una jus­ti­fi­ca­ción pa­ra su es­ta­do, es­ta se ha­brá de de­sa­rro­llar en el seno del có­mic mismo.

Precisamente des­de es­ta pers­pec­ti­va, la del có­mic pa­ra el có­mic, es don­de nos en­con­tra­mos con uno de los pun­tos ne­gros más lla­ma­ti­vos al res­pec­to de la fi­gu­ra del Joker ya que, aun cuan­do co­no­ce­mos a la per­fec­ción aque­llo que con­vi­do a Bruce Wayne en con­ver­tir­se en Batman, des­co­no­ce­mos que es lo que hi­zo del Joker lo que es en sí mis­mo; a prio­ri des­co­no­ce­mos aque­llo que ha­ce del Joker el Joker en tan­to tal. Aquí ten­dría­mos, esen­cial­men­te, tres po­si­bi­li­da­des pa­ra sa­ber que ocu­rre: a pri­me­ra de ellas se­ría que en al­gún có­mic se nos na­rra­ra la vi­da an­te­rior a la lo­cu­ra del Joker, por lo cual po­dría­mos de­cir que la lo­cu­ra en el mis­mo es un es­ta­do in­du­ci­do y no na­tu­ral per sé; la se­gun­da de ellas se­ría que de he­cho él ya na­cie­ra com­ple­ta­men­te lo­co, por lo cual no ha­bría más que es­tu­diar al res­pec­to; la ter­ce­ra y úl­ti­ma se­ría que ja­más se ha­ya da­do una ex­pli­ca­ción a és­te res­pec­to y sea, sim­ple­men­te, un ar­que­ti­po va­cia­do de to­da sig­ni­fi­ca­ción más allá de su lo­cu­ra misma.

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