El sueño de la satisfacción sexual femenina produce pulpos
El sueño de la esposa del pescador, de Katsushika Hokusai
Si existe alguna clase de arte que es ninguneado de una forma sistemática es el del erotismo. Si se pretende crear una obra de arte que cimiente su realidad a través de la representación del erotismo ‑entendiendo erotismo por la expresión de la sexualidad a todos los niveles, no sólo su sugerencia- parece necesario circunscribirlo a otro concepto mayor a través del cual vehicular lo sexual en alguna otra dirección; toleramos el sexo en el arte, pero sólo cuando está velado detrás de aquello que sí merece ser denominado arte. ¿Por qué es así? Porque la opinión mayoritaria cree que la representación sexual ha de ser necesariamente un acto que evoque la sexualidad en sí ya que todo acto erótico, para el espectador medio, es un acto de provocación sexual. Esto, además de una estupidez, es extremadamente peligroso. Y lo es hasta el punto de que a partir de esta visión de la sexualidad representada sólo existen dos perspectivas posibles para ella: que sea un acto denigrante o que sea un acto violento.
Cuando el gran pintor de ukiyo‑e Katsushika Hokusai se decide por hacer una serie de pinturas shunga, un estilo de arte erótico japonés, su representación parte de la exaltación de los mismos códigos lingüísticos que ha desarrollado hasta el momento: la naturaleza (sus estampas del Monte Fuji), el movimiento (Carpas) y la representación de la vida cotidiana (Hokusai Manga). A través de estos tres elementos podríamos hacer un análisis primero de la obra que nos ocupa para ver como, de hecho, no deja de ser la extensión natural del trabajo del autor. En primer lugar es obvio que nos habla de la naturaleza en tanto entre los protagonistas son unos pulpos, lo cual nos lleva a la importancia del movimiento que podemos ver en la ondulación de los tentáculos del pulpo y la representación de la vida cotidiana también está contenido en él, pues el sexo es tan cotidiano para la humanidad como desagradable para la masa; aun cuando podríamos pretender que el arte erótico es un arte menor, carente de valor artístico real, ya de entrada sigue los mismos patrones artísticos que otras obras de un carácter menos lascivo que sí se consideran arte. Si su pretensión fuera pornografica, sólo deseara la evocación de sentimientos sexuales, no plantearía la obra desde una exploración formal de los caracteres artísticos de la misma.