En los espacios que habitamos se harán visibles los afectos que nos configuran
Rebels of the Neon God, de Tsai Ming-liang
Uno de los análisis que ha sido ninguneado de forma sistemática a lo largo de la historia del pensamiento, salvo en tiempos presentes con figuras minoritarias como Gaston Bachelard, es el estudio sistemático de los efluvios psico-sentimentales de los espacios. Aunque nos pasamos la vida habitando espacios específicos ‑edificios, casas, habitaciones- el estudio de estos espacios y como afectan a nuestras vidas o como se mimetizan con respecto de ellas es algo que ha tendido siempre hacia lo inexistente; aun cuando es algo que nos constituye de forma radical, pues habitamos esencialmente en espacios específicos durante épocas más o menos largas de nuestras vidas, no hay un estudio sistemático de los afectas que se conforman recíprocamente entre nosotros y ellos. Todo espacio está teñido por el recuerdo de las experiencias que en él se han vivido del mismo modo que, antes de eso, se decoró y habitó bajo unas condiciones vitales específicas de aquel que lo ocupó, todo espacio habitado por el hombre está mediado por los afectos proyectados sobre el espacio que esté ha ido acumulando durante su vida.
Esto puede parecer un absurdo, como si de hecho esos rastros fueran implícitamente sólo condiciones memorísticas proyectadas por las personas sin una relación real con respecto del espacio en sí mismo, pero esa afirmación se hace siempre desde la supremacía del hombre con respecto del mundo. Ahora bien, si la abandonáramos o encontraremos un espacio donde esta no fuera así por sus características específicas ‑por ejemplo, la literatura o el cine‑, podríamos presenciar como efectivamente esa realidad se nos presenta así en tanto tal. Como de hecho sabemos que el cine es capaz de proyectar lo que no está en lo que está, mostrar lo que no sabemos a través de la metáfora del espacio en sí mismo, la obra del tailandés Tsai Ming-liang podría leerse como una suerte de exploración de los espacios cerrados que habitan, de uno u otro modo, sus personajes. Es por eso que una lectura de esta clase de Rebels of the Neon God no sólo nos daría una perspectiva completamente diferente sobre lo que se podría apreciar a través de lo que los personajes quisieran mostrarnos de sí mismos per sé, sino que además sería más cinematográfico en sí mismo: en tanto es el espacio, la imagen tanto por sí misma como por el hecho de como es captada, nos daría una serie de pistas específicas al respecto de estos; el espacio sería el retrato donde conoceríamos la realidad última de los personajes.