Que la comedia es el genero tratado con mayor condescendencia y desdén no debe sorprender a nadie, existe el mito generalizado de su escasa valía autoral ya que no es serio. En este punto llega Sacha Baron Cohen a demostrarnos una vez más que la comedia no es seria porque nada en este mundo es serio con Brüno.
Brüno es un presentador de un programa de moda que crea tendencia en todos los países germano-parlantes salvo Alemania que ve como su éxito decae después de un accidente y decide irse a Hollywood a convertirse en famoso. Aunque articula buena parte de las bromas dentro de la moda lo que brilla con luz propia es la condición de gay de Brüno y lo estereotipado de la misma. Así acaba llevando hasta el extremo más burdo tópicos sobre los homosexuales y los retuerce poniendo ante la cámara a incrédulos que en teoría no saben lo que ocurre pero que no dejan de transmitir la sensación de que esta todo preparado. Y aquí llegamos a el verdadero logro de Brüno, logro que se encuentra en el chascarrillo puntual independiente de la reacción de sus interlocutores y, sobretodo, en la relación con el secretario de su secretario, Lutz, verdadero contrapunto cómico y humano al dar el cariz serio y no forzadamente realista que imprimen el resto de los interlocutores.
La esencia de Brüno es su rítmico movimiento de chorra al son de techno machacon y mediocre en una perfecta harmonía de lo chic, lo estereotipadamente gay y lo suburbial poligonero. Un rítmico movimiento de chorra que se cree más provocador de lo que es pero nos demuestra que la comedia no es seria, porque la vida no suele ser seria.