La egomanía del auteur impedirá la transmisión de una idea pura
What’s Up, Tiger Lily?, de Woody Allen
Las ideas son como virus que infectan las estructuras celulares de las cosas, convirtiéndolas en su necesidad para que así adquieran su propia forma a través de las cuales puedan auto-replicarse. A partir de esto podríamos entender de forma mucho más sencilla el por qué radical de la idea ‑por qué es tan contagiosa, por qué estamos siempre desentrañando ideas- y las consecuencias que tiene en el mundo; toda idea es una infección y, por lo tanto, tiene un correlato relacional en el mundo material en tanto transforma a su imagen todo aquello que infecta. Esto puede sonar algo extraño, sino directamente metafísico, cuando en realidad es algo que podemos apreciar de un modo sustantivo en cada instante de nuestra existencia: cuando inoculamos la idea de tener que bajar a por el pan por nosotros a nuestra pareja la realidad material se ajusta al cumplimiento mismo de esa idea. Las ideas cambian el mundo a su alrededor en su infectar, porque toda idea deviene a partir de su propia perpetuación a través de los rasgos distintivos acontecidos en el mundo (material).
Quizás un caso donde esto se hace particularmente patente es en What’s Up, Tiger Lily? por su peculiar forma de reinventar las ideas plasmadas dentro de la propia película. Siendo originalmente una película de espías japonesa, parece que no precisamente de alto presupuesto, un primerizo Woody Allen la deconstruye y practica un montage creativo en el cual añade un doblaje peculiar y un intervencionismo de las imágenes para hacer de la película una comedia. De éste modo coge su idea de lo que debe ser el cine y, con ella en mente, se dedica a modificar una película hasta que da cabida exactamente a lo que Woody Allen querría transmitir en una película de la índole exacta que nos ocupa en el momento.