¿Y si la vida estuviera llena de posibilidades a elegir?
Mind Game, de Masaaki Yuasa
Como decía Dntel en el más famoso ‑y seguramente el más exquisito- de sus trabajos, la vida está llena de posibilidades. Cada mañana, según nos despertamos, ya tenemos ante nosotros una cantidad cuasi infinita de potenciales acciones que podemos asumir para nosotros mismos las cuales, a cada momento, se van ramificando ad nauseam en una sacudida constante de elecciones. Desde si levantarnos o no de la cama pasando por como hacerlo o en que circunstancias hasta el hecho equivalente pero contrario del cuando y como acostarnos por la noche, todo lo que se sitúa entre ello es la infinita elección de posibilidades del día a día; la vida es todo aquello que sucede mientras estamos eligiendo como configurar nuestra propia existencia. Por ello toda consideración con respecto de la vida se define siempre bajo la posibilidad del presente, de lo que podría no haber sido pero de hecho ha sido, aun cuando una pregunta atraviesa la cabeza de todo hombre de forma constante: ¿y si…?
Todo el arte y la cultura humana, o al menos el grueso más abundante y vistoso de éste, no es más que una concatenación de estos what if? que definen nuestro pensamiento; la ficción es aquello que podría haber sido (el mundo podría haber sido la Tierra Media, su vida podría haber sido la de Jay Gatsby) pero de hecho no fue. El valor de la cultura, bajo éste sentido, sería enseñarnos que podría haber pasado si todo hubiera transcurrido de tal modo que nada hubiera sido como lo conocemos o, en casos menos extremo, si alguna de las cosas que damos por hechas fueran completamente diferentes. Pero estos y si no se definen siempre del mismo modo en tanto pueden ser configurados bajo diferentes contextos, en tanto consideraciones de hechos no acontecidos (¿Y si los nazis hubieran ganado la segunda guerra mundial?), hechos presentes que desconocemos si son así (¿Y si existieran entidades extraterrestres entre nosotros?) o la posibilidad de acontecimientos futuros que desconocemos (¿Y si dentro de veinte años los robots tuvieran autonomía con respecto de los humanos?); la ficción es la reflexión de los acontecimientos posibles, independientemente de su condición temporal misma, forjándose como una realidad auto-asumida en sí misma. El creador de ficción ‑pero no sólo él, también cualquiera que maneje un pensamiento especulativo- está siempre al borde de la realidad intentando otear aquello que podría ser en el mundo pero de hecho no lo es por las circunstancias que fueran. Sólo bajo esta premisa es posible entender el trabajo de Masaaki Yuasa.