La caza del Snark, de Lewis Carroll
El caso de La caza del Snark es excepcional en este análisis del sentido en la obra de Lewis Carroll por tres razones específicas: es el único de los relatos que nos transcurre en el país de las maravillas, está escrito en verso y lo primero que escribió de él fue su verso final. Aunque esto no parezcan más que datos irrelevantes o, en cualquier caso, hechos que tienen más de interesantes en un estudio literario ‑como sí, de hecho, lo formal no fuera indisoluble de la tesis en la buena literatura‑, en realidad nos aportan una cierta cantidad de información que quizás se podía escapar dentro de un análisis basado en la normatividad del sentido de Lewis Carroll; en tanto rara avis La caza del Snark es, en sí mismo, una recensión sobre la extrañeza, del sin sentido, dentro de la obra del propio Lewis Carroll. O, para ser más exactos, el interés de leer un poema que es un sin sentido dentro de la obra del propio autor es que nos enseña la perspectiva de qué ocurre cuando el sin sentido encuentra, dentro de su propio sentido, un afuera de sí mismo.
¿Por qué decimos que esto es un afuera del afuera, una expresión del sin sentido del sin sentido? Porque de hecho el relato se nos define desde el primer minuto como un irreverente acto de perversión de todos los códigos que le suponemos comunes a Alicia. Como ya hemos visto no transcurre en el mismo lugar que el resto de la obra de Carroll, no está escrito del mismo modo y está comenzado por el final, pero lo más importante se nos ha escapado hasta éste mismo instante. Aquí el nonsense es utilizado en su terminología más exacta, como una perversión del lenguaje para subvertir cualquier idea preconcebida sobre las palabras en sí; donde las historias de Alicia estaban plagadas de un sin sentido físico, de locura existencial en tanto tal, el Snark es una concatenación de metáforas del sin sentido.