Capítulo XIV. Donde se ponen los versos desesperados del difundo pastor, con otros no esperados sucesos (en Don Quijote de la Mancha)
Miguel de Cervantes Saavedra
1605
Negar que Don Quijote de la Mancha no es un ejemplo de progresismo nos haría flaco favor. Sus personajes, pastores y curas, cortesanos y villanos, como estamento bajo y por ello de lengua cafre, que dicen lo que piensan a diferencia de como piensan lo que dicen aquellos más nobles, acuden siempre al exabrupto y la intriga para poner de vuelta y media a las amadas, que resultan ser enemigas. Amadas crueles, indiferentes y más bien lerdas (según quienes las hablan), por aquello de bajarse las bragas ante cualquiera que ponga por delante la saca. Acusemos a la época. Eso no excluye para que, en monólogo lúcido, Miguel de Cervantes ponga en palabras de una enemiga considerada homicida por mostrarse indiferente ante los hombres, la respuesta hacia todos aquellos que, bota de vino en ristre, deciden aliviar sus penas con cuatro insultos para la parienta.