Dr. Extraño — ¿Qué te molesta, Stephen?, de Marc Andreyko
El estado natural de los seres humanos ante la vida es el de la angustia, pues ser humano implica necesariamente saberse al borde del abismo que nos lleva hacia ese fin inexorable del cual nadie podemos escapar en tanto hecho definitivo de nuestra existencia: la muerte. Es por ello que, ante la angustia, el saber que hay algo que nos molesta en nuestro intento de vivir de una forma profunda y absoluta tenemos, esencialmente, dos opciones: negar la existencia del obstáculo, lo cual se caracterizaría a través de las diferentes formas de evasión que el hombre ha ido articulando a su alrededor para así conseguir no pensar ni un sólo segundo a lo largo del día; o afirmar radicalmente la existencia del obstáculo y, lejos de ensimismarse ante la imposibilidad de superarlo, aceptarlo como un hecho que está siempre presente para así vivir de la forma más intensa posible. Elegir la vida es elegir pensar de forma radical, dejarse llevar por todo aquello que no necesariamente es útil pero nos reporta un je ne sais quoi carente de todo sentido por el cual sentimos que a cada instante nuestra vida es plena.
¿Qué te molesta, Stephen? coloca al Dr. Extraño en esta tesitura ya desde su título —el cual remite, a su vez, al leit motiv de la propia obra: el encontrarse con una nota en una galletita de la suerte que le formula tan pregunta— en tanto podemos, y debemos, entender el título desde una perspectiva más general que la de las propias acciones primeras del enigmático sujeto que es Extraño; a priori no existe nada que pueda molestar al mago pero, sin embargo, pronto se encontrará con que su fiel sirviente Wong ha sido secuestrado, ¿es esta razón suficiente para encontrarse molesto? Sin lugar a dudas, pero esto no es la base de la molestia última de Extraño: lo que molesta a Extraño no es la perdida de su amigo, sino la imposibilidad de conseguirlo todo, de salvar el día (o la vida) de todos cuantos le rodean no por una necesidad de blindar su ego, sino por la necesidad de negar toda posibilidad de la muerte.