No podrás salir, de Damien Wake
Cabría preguntarse si el pulp, literatura de evasión barata, tiene sentido en una época como la nuestra en que la literatura ha quedado finalmente relegada a un segundo plano ‑uno que, admitámoslo, siempre estuvo ahí; leer siempre ha sido un lujo- entre las posibilidades de entretenimiento. Cuando la literatura ha sido arrinconada hacia el mundo del bestseller ‑campo muy alejado del espíritu pulp- y el sibaritismo conductal parece que no existe un espacio definido para una literatura barroca, evasiva y sin mayores virtudes que su truculencia. Sin embargo el pulp clásico ha encontrado grandes mensajeros en nuestros días, haciéndose un hueco a través de una meticulosa criba a través de lo cual sólo nos han llegado los adalides de las mejores virtudes de su cosecha; el tiempo, en su sentido más darwiniano, ha seleccionado lo mejor del género que nos ha llegado, previa supervivencia entre círculos puristas, hasta hoy.
Si el pulp clásico tiene un cierto sentido darwinista en su supervivencia nos cabría otra pregunta, ¿cabe el pulp hoy? Desde luego Damien Wake, pseudónimo anglosajón mediante, cree que sí. Por eso nos regala una nouvelle truculenta, visceral, donde hace un recorrido constante por las formas más brutales del género. Ahora bien, su problema es parecer que está infinitamente más empapado de los clásicos de terror cinéfilos que de una verdadera cultura (literaria o no) del terror: el libro se sitúa constantemente como una construcción de arquetipos, clichés baratos, historias manidas ad nauseam, una escritura francamente deficiente y callejones sin salida en la historia metidos porque sí, porque esto es pulp. Pero volvamos a lo cinéfilo.