Etiqueta: Marlon Dean Clift

  • explorando las ruinas de la inmediatez pasada

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    Existe una ge­ne­ra­li­za­da pa­sión por la rea­li­za­ción de lis­tas anua­les cuan­do aun no ha ter­mi­na­do el año y, ge­ne­ral­men­te, a me­ses de que es­te aca­be. Tampoco me gus­tan de es­tas la cier­ta in­ten­ción ob­je­ti­va­do­ra que po­seen im­plí­ci­ta den­tro de si mis­mas, co­mo si de ver­dad se pu­die­ra cla­si­fi­car de un mo­do cla­ro y pro­fun­do que es lo me­jor del año en los di­fe­ren­tes as­pec­tos de la cul­tu­ra. Pese a to­do, con­si­de­ré in­tere­san­te ha­blar de que ha su­pues­to es­te año 2010 pa­ra el mun­do de la cul­tu­ra y por eso de­ci­dí ha­cer al­go di­fe­ren­te. ¿Para que ha­cer una lis­ta yo si pue­do in­vi­tar a unos cuan­tos ami­gos y co­le­gas blo­ge­ros pa­ra que me ex­pli­quen que ha si­do lo más im­por­tan­te del 2010 se­gún ellos? Y así he­mos lle­ga­do a esto.

    Con las mis­mas pau­tas mí­ni­mas pa­ra to­dos se ha con­fec­cio­na­do es­ta pe­que­ña gran lis­ta del 2010 más sub­je­ti­vo que po­drían us­te­des ima­gi­nar. Las pau­tas que les di eran te­ner que re­se­ñar tres ob­je­tos cul­tu­ra­les pu­bli­ca­dos du­ran­te 2010 en bre­ves re­se­ñas que no su­peren las dos o tres li­neas. Debido a la va­gue­dad de las re­glas y una cier­ta la­xi­tud que he per­mi­ti­do ca­da una de las in­ter­ven­cio­nes aca­ba por de­fi­nir de un mo­do ta­jan­te la sub­je­ti­vi­dad de ca­da uno de los im­pli­ca­dos. Cada cual ha in­ter­pre­ta­do que es un ob­je­to cul­tu­ral co­mo me­jor le ha con­ve­ni­do y los hay quie­nes han se­gui­do las re­glas a ra­ja­ta­bla, de un mo­do me­nos rí­gi­do o quie­nes no las han se­gui­do en ab­so­lu­to. Lo úni­co que he he­cho es man­te­ner un cier­to es­ti­lo co­mún y ca­si ni eso, ca­da una de es­tas bre­ví­si­mas lis­tas es in­di­so­lu­ble del es­ti­lo de ca­da uno de ellos. Después del sal­to les de­jo con to­das ellas, só­lo res­ta de­cir que gra­cias a to­dos y por fa­vor, dis­fru­tad con la lis­ta del 2010 de los, pa­ra mi, me­jo­res au­to­res de la blogosfera.

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  • el viaje del héroe continua

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    Llegamos ya a la ter­ce­ra y úl­ti­ma en­tre­vis­ta de es­ta tri­lo­gía con Marlon Dean Clift. Esta vez abor­da­mos el ex­ce­len­te dis­co co­no­ci­do co­mo Suddenly, Last Summer que pue­den en­con­trar y des­car­gar de for­ma gra­tui­ta tal que aquí. Hablamos de in­fluen­cias del ci­ne, lo pai­sa­jís­ti­co, lo in­tem­po­ral y nos hun­di­mos en los cam­pos pu­ra­men­te mu­si­ca­les pa­ra en­con­trar una vi­sión ab­so­lu­ta­men­te per­so­nal de la mú­si­ca y del mun­do. No se pier­den por na­da del mun­do el fi­nal de una se­rie de en­tre­vis­tas he­chas des­de lo más hon­do de las en­tra­ñas. Y re­cuer­den leer las otras dos par­tes: Almost Ghost y Heavenly Creatures.

    A. Siento una es­pe­cial fas­ci­na­ción por Suddenly, Last Summer de­bi­do a que ten­go la sen­sa­ción de que es­tá muy pre­sen­te el te­ma de fu­ti­li­dad. La mú­si­ca, el co­mo se va de­sa­rro­llan­do to­do, ca­si pa­re­ce una acep­ta­ción de lo vo­la­ti­les ‑aun cuan­do maravillosos- que son los sen­ti­mien­tos hu­ma­nos. ¿Hay qui­zás al­go de es­to en el disco?

    M. Sí, la ima­gen del ve­rano es­tá ahí por eso, pe­ro tam­bién pa­ra se­ña­lar un com­po­nen­te trá­gi­co, no ex­plí­ci­to, que se ha­lla pre­sen­te a lo lar­go de to­do el dis­co. La idea en­ton­ces era com­pri­mir una se­rie de su­ce­sos que tie­nen lu­gar du­ran­te un ve­rano, fa­tí­di­co, co­mo in­di­ca el pro­pio título.

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  • música demostrada según el orden geométrico

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    En es­ta se­gun­da par­te abor­da­mos Heavenly Creatures, que pue­den des­car­gar aquí, con el siem­pre dis­pues­to Marlon Dean Clift. Hablamos del amor, le bus­ca­mos pa­ra­le­lis­mos con Heavenly Creatures y nos me­te­mos de lleno en co­mo fue rea­li­za­do el dis­co en si. Entre me­dios se­gui­mos des­gra­nan­do el ci­ne que in­fluen­ció es­tos dis­cos y, co­mo no, pro­pon­go ideas de in­ter­pre­ta­ción ab­so­lu­ta­men­te per­so­na­les. Pero no les en­tre­ten­go más, va­yan di­rec­ta­men­te a la fuen­te seguidamente.

    A. Si en Almost Ghost ha­blá­ba­mos del amor co­mo al­go es­qui­vo pa­re­ce que en Heavenly Creatures te me­tes de lleno en la idea de que ocu­rre cuan­do se da el con­tac­to. Y pa­re­ce que, en cual­quier ca­so, es un he­cho du­ro y do­lo­ro­so pe­ro que pa­re­ce te­ner tam­bién un tras­fon­do po­si­ti­vo. ¿Consideras el amor co­mo un he­cho ca­tár­ti­co o co­mo aquel que nos arro­ja ha­cia las tinieblas?

    M. Trata bá­si­ca­men­te la idea de que eso ocu­rra, y en es­te ca­so es igual de ca­tár­ti­ca que de do­lo­ro­sa. Claro que la es­té­ti­ca del dis­co apun­ta a la ca­tar­sis, pe­ro la his­to­ria de­trás es más bien do­lo­ro­sa. El con­cep­to vie­ne de un film de Alan Rudolph, Made In Heaven. Quien ha­ya vis­to la pe­lí­cu­la y la ha­ya com­pren­di­do sa­brá en­ten­der es­te disco.

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  • casi humanos

    Intentando di­ver­si­fi­car el con­te­ni­do del blog pen­sé que po­dría apor­tar y me di cuen­ta que no me gus­ta en ab­so­lu­to co­mo se ha­cen en­tre­vis­tas ac­tual­men­te y, aun me­nos, co­mo se en­tre­vis­ta a los mú­si­cos. Debido a ello in­ten­to apor­tar mi gra­ni­to de are­na con una se­rie irre­gu­lar de en­tre­vis­tas. La pri­me­ra en­tre­vis­ta, di­vi­di­da en tres par­tes, irá de­di­ca­da a tres de los tra­ba­jos de elec­tró­ni­ca del mú­si­co Marlon Dean Clift don­de nos irá des­ve­lan­do los se­cre­tos y ve­ri­cue­tos de su mú­si­ca y su al­ma. Aunque nos hu­bie­ra gus­ta­do abor­dar tam­bién su fa­ce­ta más roc­ke­ra, ten­drá que ser en otra oca­sión. En es­ta pri­me­ra par­te nos alla­na­rá el te­rreno pa­ra en­ten­der su obra más bá­si­ca, Almost Ghosts, la cual pue­den des­car­gar des­de aquí. Y es que a tra­vés de es­ta abor­da­re­mos su pa­sión por el dro­ne, sus pri­me­ros usos de la elec­tró­ni­ca y el amor co­mo cons­truc­ción des­de el otro; hu­mano o musical.

    A. Una cons­tan­te en tu tra­ba­jo es la bús­que­da de un amor que se mues­tra siem­pre es­qui­vo. En Almost Ghosts pa­re­ces que­rer mos­trar el amor, al otro, co­mo al­go ne­ce­sa­rio pa­ra con­for­mar la iden­ti­dad per­so­nal, ¿es al­go intencionado?

    M. Totalmente in­ten­cio­na­do. Creo que es bas­tan­te evi­den­te. Pero no se tra­ta só­lo de amor es­qui­vo; la cul­pa de mu­cho de ello la tie­ne Hal Hartley, ya sea co­mo mú­si­co o ci­neas­ta. Viene a tra­tar­se de di­vi­ni­zar lo vul­gar. Tengo la sen­sa­ción de que hoy en día lo ro­mán­ti­co es una po­se, y co­mo po­se fun­cio­na. Pero el ver­da­de­ro ro­man­ti­cis­mo crea re­cha­zo. De ahí qui­zás que se dé esa cons­tan­te a es­ca­par ha­cia el es­pa­cio, o fa­bri­car es­pa­cios ima­gi­na­rios. Vengo a trans­cri­bir mi per­cep­ción del amor, sí. Pero tam­bién fa­bri­car es­pa­cios don­de és­te po­dría cre­cer sin interferencias.

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  • puedo ver más allá de tu belleza

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    En oca­sio­nes al­go ya lo he­mos vi­vi­do y, en oca­sio­nes aun más es­pe­cia­les, ya he­mos co­no­ci­do a al­guien. Esas per­so­nas úni­cas y es­pe­cia­les sa­be­mos que han es­ta­do siem­pre atra­ve­san­do nues­tra vi­da, si­len­cio­sas pe­ro evi­den­tes. Y es lo que ve­mos en Two Times You de Marlon Dean Clift.

    Con un de­li­ca­do y su­til piano so­bre una ba­se ce­les­tial la voz so­bre­vue­la pa­cien­te a me­dio ca­mino en­tre los ada­li­des del jazz más ar­mo­nio­so y am­bien­tal. El re­sul­ta­do, pre­cio­so, no ha­ce más que en­fa­ti­zar la be­lle­za in­ter­na de la pro­pia can­ción. El des­tino, una chi­ca, al­go que ya he­mos vi­vi­do pe­ro sa­be­mos que, así, es­tá bien y que po­dría­mos vi­vir siem­pre a la luz de sus cá­li­dos ojos. Las trom­pe­tas, co­mo las du­das, co­mo el tiem­po, nos ha­cen plan­tear­nos y pen­sar que hay de cier­to en es­te oní­ri­co e ideal cuen­to de ha­das don­de nun­ca po­de­mos sa­ber con cer­te­za que es lo que sentimos.

    Mientras las úl­ti­mas no­tas se eva­po­ran en el ai­re so­lo que­da la cer­te­za de que no po­de­mos huir de la sin ra­zón de nues­tro des­tino. Sea el des­tino, sea so­lo una chi­ca lo im­por­tan­te es lo que nos ha­ce sen­tir. El amor o el infinito.