Etiqueta: Mikelodigas

  • No hay risa capaz de agotar el horror

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    Después de una in­ten­sa se­ma­na de es­pe­cial de Halloween, és­te ha lle­ga­do a su fin. Por su­pues­to aún que­da la par­te más im­por­tan­te, que si­gan dis­fru­tan­do con to­dos los con­te­ni­dos que he­mos ge­ne­ra­do, y que pa­sen una es­tu­pen­da no­che don­de se de­jen lle­var por sus pul­sio­nes más da­das a la su­ges­tión es­ca­to­ló­gi­ca; no ma­ten a na­die, pe­ro dé­jen­se asus­tar co­mo si les fue­ran a ma­tar. Como una se­ma­na de con­te­ni­dos que se han ex­ten­di­do más allá del blog dan pa­ra mu­cho, val­ga es­ta en­tra­da co­mo mo­do de dar­les las gra­cias por es­tar ahí pe­ro, tam­bién, co­mo su­ma­rio de to­dos los con­te­ni­dos: des­pués de la re­ca­pi­tu­la­ción de to­das las en­tra­das del es­pe­cial, en­con­tra­rán al­gu­nos links más ha­cia co­sas que ten­gan que ver con el te­rror que ha­ya­mos he­cho es­tos días —bá­si­ca­men­te, el es­pe­cial de Studio SuicideProsa Inmortal—. Disfruten.

    Sumario:

    Especial de Halloween en The Sky Was Pink

    Especial de Halloween en Studio Suicide

    Otras co­sas ha­llo­wee­nes­ca en las que es­ta­mos involucrados

    • Prosa Inmortal. Revista li­te­ra­ria mo­no­grá­fi­ca de pe­rio­di­ci­dad se­mes­tral de áni­mo re­vul­si­vo con una mi­ra­da par­ti­cu­lar ha­cia la li­te­ra­tu­ra de género.
  • ¿Qué hacer cuando a tus amigos les gusta Halloween y a ti no? Una tira cómica de Mikelodigas

    ¿Cómo aca­bar Halloween si no de la ma­ne­ra más fa­mi­liar po­si­ble? Para ello he­mos con­se­gui­do que Mikelodigas, un año más, nos ha­ga una de sus ma­ra­vi­llo­sas ti­ras de Halloween. Si quie­ren ver más de su tra­ba­jo pue­den acu­dir a su blog, Buscando mi lu­gar, o bus­car aquí sus an­te­rio­res co­la­bo­ra­cio­nes de Halloween. Fuera co­mo fue­re, les de­ja­mos con «¿Qué ha­cer cuan­do a tus ami­gos les gus­ta Halloween y a ti no?»

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  • El sentido de la senda se encuentra en su propio precipitarse hacia el caminar

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    Nunca, si lle­gan a un sitio,
    pre­gun­tan a dón­de llegan.
    Antonio Machado

    Holtland, de Mikelodigas

    El prin­ci­pal pro­ble­ma de los re­la­tos bio­grá­fi­cos, lo cual se vuel­ve un pro­ble­ma ca­pi­tal cuan­do ha­bla­mos de có­mic en tan­to la nue­va mo­da del pre­sen­te es és­te mis­mos, es que a na­die le im­por­ta la vi­da de otro al­guien; sal­vo que ha­ya un re­tra­to es­pe­cí­fi­co de una con­tin­gen­cia que va­ya más allá de lo per­so­nal, que pue­da ser re­fle­jo de una ex­pe­rien­cia hu­ma­na com­par­ti­do por mu­chos otros de al­gún mo­do —y no só­lo la im­pre­sión de ello, pues lo que el co­mún de los mor­ta­les cree la nor­ma pue­de no ser­lo; ¿qué es el sín­dro­me de Edipo si no una pro­yec­ción de ca­rác­ter bio­grá­fi­co por par­te de Freud? — , pre­ten­der ha­cer de una ex­pe­rien­cia per­so­nal un re­la­to ar­tís­ti­co pa­sa ne­ce­sa­ria­men­te por el fra­ca­so: la ex­pe­rien­cia vi­ven­cial, la ex­pe­rien­cia de ca­da uno an­te la vi­da pa­ra y en sí mis­mo, no es el mo­ti­vo del ar­te. Creer lo con­tra­rio, es atri­buir­se una im­por­tan­cia que só­lo tie­ne la obra y no el autor.

    El au­tén­ti­co au­tor de­be sa­ber­se tan­to mul­ti­tu­des, pues es­tá con­fi­gu­ra­do por to­dos aque­llos que le ins­pi­ran, co­mo su­pe­di­ta­do a su obra, pues lo úni­co que ha­ce —co­mo si de he­cho es­to fue­ra po­co— es ca­na­li­zar el sen­ti­do pre­sen­te por ve­nir del mun­do. ¿Qué in­te­rés pue­de te­ner en­ton­ces ha­cer una auto-biografía co­mo mé­to­do ar­tís­ti­co? Seamos más exac­tos, ¿por qué re­sul­ta in­tere­san­te al­go que el pro­pio Mikelodigas de­fi­ne ya des­de su por­ta­da co­mo cua­derno de via­je si en teo­ría só­lo de­be­ría in­te­re­sar­nos la obra en tan­to obra, sin que el au­tor se vis­lum­bre en ella? Porque el au­tor den­tro de la obra só­lo mo­les­ta cuan­do se pre­ten­de el ca­mino y no par­te del camino.

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  • ¿Qué pasó con Halloween? Todo cambia para que todo siga igual

    El es­pe­cial lle­ga hoy a su fin pe­ro lo ha­ce só­lo des­pués de los dos even­tos más es­pe­cia­les, las crea­cio­nes ori­gi­na­les que les ha­rán tem­blar (de ri­sa y de mie­do res­pec­ti­va­men­te) que nos han con­ce­di­do sus au­to­res pa­ra que us­te­des pue­dan dis­fru­tar­lo. Sin más di­la­ción, aquí ya les de­jo con la pri­me­ra de ellas: ¡la ya clá­si­ca ti­ra de Halloween de Mikelodigas.

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  • Devenir visible en lo invisible, o como robamos el saber al tiempo

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    No se pue­de co­men­zar un post co­mo és­te sin ha­cer una bre­ve re­ca­pi­tu­la­ción de las ra­zo­nes pa­ra ello; eso es­toy ha­cien­do des­de es­te mis­mo ins­tan­te. Ya se ha con­ver­ti­do en una tra­di­ción que ca­da año con­vo­que a un gru­po de se­lec­tos ca­ba­lle­ros y se­ño­ri­tas pre­dis­pues­tos pa­ra anun­ciar a los cua­tro vien­tos que es aque­llo que, en el año que de­ja­mos atrás, no de­be­rían ha­ber­se per­di­do ja­más. ¿Por qué? Porque, ya que vi­vi­mos abo­tar­ga­dos de in­for­ma­ción, ca­da día más es ne­ce­sa­rio una mano ami­ga que guie la mi­ra­da per­di­da en­tre le ma­re­mag­num auto-perpeutizante de la ma­sa de­ve­ni­da ca­da vez más ve­loz­men­te. Precisamente co­mo eso es lo que ha­cen los in­di­vi­duos in­vi­ta­dos ‑o, al me­nos, lo ha­cen la mayoría- prác­ti­ca­men­te de dia­rio es­to es, a la vez, un re­cen­so de cua­les son los ar­te­fac­tos cul­tu­ra­les que de­ben se­guir se­gui­dos y púl­pi­to des­de el cual po­ner en co­mún las men­tes más pre­cla­ras que fir­man en Internet, siem­pre pa­ra un ser­vi­dor. No to­dos los in­vi­ta­dos han par­ti­ci­pa­do, ni to­dos los que vi­nie­ron el año pa­sa­do han vuel­to pe­ro, eso sin lu­gar a du­das, to­dos los pre­sen­tes es­tán en­tre los me­jo­res en su campo.

    Las ins­truc­cio­nes pa­ra par­ti­ci­par fue­ron va­gas: tres pá­rra­fos, tres ar­te­fac­tos cul­tu­ra­les; los ex­ce­sos en con­te­ni­do, for­ma o ex­ten­sión son al­go co­mún y de­sea­do en la se­rie de in­ter­ven­cio­nes ‑in­cluí­da la ca­be­ce­ra de Mikelodigas- que, den­tro de unas po­cas li­neas, po­drán ca­tar, y esa era la in­ten­ción ini­cial. Aunque era ne­ce­sa­rio po­ner cor­ta­pi­sas pa­ra man­te­ner un tono co­mún ca­da uno ha lle­va­do a su te­rri­to­rio, y ha in­ter­pre­ta­do co­mo le ha da­do la real ga­na, las ins­truc­cio­nes que les han si­do da­das. Y eso es­tá bien.

    Con res­pec­to de las in­ter­ven­cio­nes en sí po­dría­mos de­cir que el 2011 ha si­do par­ti­cu­lar­men­te he­te­ro­gé­neo pe­ro con al­gu­nos pun­ta­les par­ti­cu­la­res que han con­se­gui­do la una­ni­mi­dad del res­pe­ta­ble. Portal 2, Drive o Black Mirror han de­mos­tra­do ser al­gu­nos de los even­tos más ex­tra­or­di­na­rios del año, pe­ro no más de otros tan cons­tan­te­men­te re­sal­ta­dos, aun­que más in­di­rec­ta­men­te, co­mo lo han si­do las re­vuel­tas que co­men­za­ron con La Primavera Árabe. Pero igual que les di a ca­da uno tres pá­rra­fos pa­ra que se ex­pla­ya­ran yo no to­ma­ré más de lo mis­mo pa­ra ha­cer es­te (bre­ve) pró­lo­go así que, sin más di­la­ción, les de­jo con lo me­jor del 2011 se­gún los me­jo­res de la blo­go­co­sa. Gracias a to­dos los in­vo­lu­cra­dos, por sus es­fuer­zos siem­pre bien in­ten­cio­na­dos. Y a us­te­des, nues­tros fie­les lec­to­res, es­pe­ro que les gus­te tan­to co­mo nos ha gus­ta­do a no­so­tros com­po­ner tan mas­to­dón­ti­ca pie­za. Siempre por (y pa­ra) ustedes.

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